
Vaya despliegue de fútbol-arte que hizo el conjunto azulgrana, no se recuerda nada igual desde tiempos inmemoriales, (y mira que el 2-6 parecía insuperable), un recital con música armoniosa que desarboló por completo a los que hasta ayer parecían un conjunto fuerte y sólido, y salieron del campo como una piltrafa arrastrada y humillada. El rodillo blaugrana los machacó una y otra vez, sin piedad. Con su tiqui-taca para enmarcar, triangulaciones milimétricas, pases de ensueño, taconazos, paredes, asociaciones, desmarques y como no, goles. Cinco goles como cinco soles, que culminaron el baño futbolístico que el Barça le endiñó al Madrid. No sólo se dirimía el liderazgo en la liga, sino también el del fútbol mundial, quedó bien claro quien es el número uno y la abismal distancia que hay con el supuesto segundo.
Con un Messi colosal, jugando entre líneas y volviendo locos a los que le rodeaban, con una medular espléndida que no dejó dar dos pases seguidos a los blancos, fueron cayendo los goles uno tras otro, abrió el entramado defensivo de líneas adyacentes, un Xavi que se movió por el carril del 9; luego llegó el de Pedro, el listo de la clase, que le comió la merienda a Marcelo, y sólo tuvo que empujar bajo palos un centro de Villa, que no supo atajar Casillas.