Vaya despliegue de fútbol-arte que hizo el conjunto azulgrana, no se recuerda nada igual desde tiempos inmemoriales, (y mira que el 2-6 parecía insuperable), un recital con música armoniosa que desarboló por completo a los que hasta ayer parecían un conjunto fuerte y sólido, y salieron del campo como una piltrafa arrastrada y humillada. El rodillo blaugrana los machacó una y otra vez, sin piedad. Con su tiqui-taca para enmarcar, triangulaciones milimétricas, pases de ensueño, taconazos, paredes, asociaciones, desmarques y como no, goles. Cinco goles como cinco soles, que culminaron el baño futbolístico que el Barça le endiñó al Madrid. No sólo se dirimía el liderazgo en la liga, sino también el del fútbol mundial, quedó bien claro quien es el número uno y la abismal distancia que hay con el supuesto segundo.
Con un Messi colosal, jugando entre líneas y volviendo locos a los que le rodeaban, con una medular espléndida que no dejó dar dos pases seguidos a los blancos, fueron cayendo los goles uno tras otro, abrió el entramado defensivo de líneas adyacentes, un Xavi que se movió por el carril del 9; luego llegó el de Pedro, el listo de la clase, que le comió la merienda a Marcelo, y sólo tuvo que empujar bajo palos un centro de Villa, que no supo atajar Casillas.
Tengo que confesar que no me pone esto de jugar el partidazo en lunes a las 9 de la noche, pero la superlativa expectación generada en el panorama futbolístico mundial es ajena al día de la celebración de este choque de trenes. Será un envite de máxima categoría, qué digo un envite, un órdago sin remilgos, donde medirán sus fuerzas los dos mejores conjuntos del planeta, Barça y Madrid; los dos mejores entrenadores, Guardiola y Mourinho; los dos jugadores más grandes del momento, Messi y Cristiano.
Jugaron los de Guardiola a medio gas, empezaron moviendo la pelota de un lado a otro del rectángulo, sin profundidad alguna, como flotando al rival. Sin tan siquiera disparar a portería. Los griegos con dos líneas de cuatro muy atrás y excesivamente juntas no daban opción. Tuvo que ser una contra helena, rematada por Cissé y que despejó una mano prodigiosa de Valdés, la que despertase a los azulgranas de su letargo. Hasta ese momento no había noticias del tridente ofensivo culé.
Mucho tuvo que ver el colosal partido que se marcó Juanín García, el extremo blaugrana anotó una docena de tantos, y fue una pesadilla para la zaga rival. Nos recordó al gran Rafa Guijosa, el otrora extremo izquierdo azulgrana, que en su momento fue nombrado mejor jugador del mundo, premio al que se viene haciendo acreedor Juanín con actuaciones tan brillantes como la de ayer.
Viaja el equipo de Guardiola a Atenas, un escenario de infausto recuerdo para los culés, a rendir visita al “Pana”, un conjunto el griego, al que ya endosó una manita en la ida, y que ahora los recibe en su particular infierno del Spiros Louis, con nuevo inquilino en el banquillo, Josualdo Ferreira, al que hace dos telediarios veíamos entrenando al Málaga en La Rosaleda.
Así, en el comienzo del campeonato liguero, se instauró la ansiedad en Cristiano, que si no le hacía un gol al arco iris, que si Piqué llevaba los mismos goles que él, uno, y el del portugués fue de penalti. Hecho absurdo porque dada la calidad del luso, se presuponía que iba a sobrepasar la treintena fácilmente. 
Un 0-8 histórico, de esos marcadores de épocas en blanco y negro, de los que hay que remontarse a la década de los cincuenta, por lo menos. Un Barça avasallador y estratosférico, solventó el encuentro en 20 minutos, en ese intervalo de tiempo le endiñó una manita a los andaluces. A su habitual juego de toque, presión y posesión, el equipo azulgrana incluyó una contundencia brutal. De los once tiros que disparó a puerta, ocho acabaron en el fondo de las mallas de un Diego Alves, que debió pensar que hay días en los que es mejor no levantarse de la cama.

Vettel es el nuevo campeón del mundo, el alemán que está llorando como un niño, acaba de ganar este último gran premio del año y se frota los ojos con el título recién conseguido. Él no era el favorito, probablemente ni lo esperaba. Los favoritos eran Alonso y Webber. Primero y segundo en la clasificación previa.

Los pupilos de Guardiola estuvieron inmensos en la primera mitad, donde bordaron el fútbol y dieron una lección magistral en el Coliseum. Sumando así su quinta victoria consecutiva a domicilio con una actuación para enmarcar. El Barça, que pasó por encima del Getafe, marcó el tercero en un lance de pillos entre Messi y Pedro, que culminó el tinerfeño tras robar el balón el rosarino, y pudo conseguir una goleada de escándalo, pero fallos clamorosos delante del portero, del 7 y del 10, dieron una oportunidad a que los de casa se lo creyeran, máxime cuando tras tocar la pelota con la mano, Piqué era expulsado y el consiguiente penalti lo transformaba Manu para dar emoción al choque. Pero ahí emergió la figura de Valdés para desbaratar las acciones del Geta.

