Se dice pronto, 200 partidos sumará mañana contra el Viktoria Plzen en el banquillo del FC Barcelona, en el mejor club de la historia del fútbol. Josep Guardiola i Sala a sus 40 primaveras completa su cuarta temporada al frente de la nave blaugrana. Y lo hace con la impronta del fútbol más sublime que jamás se practicó sobre un terreno de juego, con una ristra de títulos que para sí quisieran los mejores técnicos de todos los tiempos, con unas señas de identidad innegociables y con una filosofía de cantera que maravilla a propios y extraños.
La cantidad de encuentros acumulados con el primer equipo dice mucho de este formidable entrenador, pero más aún el porcentaje del 72% de victorias logradas, unidas a un pírrico 8% de derrotas. Una barbaridad. Los registros de sus predecesores en el cargo, véase Rijkaard o el mismísimo Johan Cruyff, quedan a la altura del betún si tratamos de compararlos con los suyos.
Y ahí sigue el Noi de Santpedor, renovando temporada a temporada, al pie del cañón y escribiendo una de las páginas más bellas de este deporte. Agrandando su leyenda cada partido que dirige, ganándose el respeto de compañeros y adversarios, y dando satisfacciones a raudales a todos los culés del planeta. Gracias Pep.
El Barça fue un querer y no poder, un constante atacar contra el bastión andaluz que implementó Marcelino. Las embestidas de los de Guardiola fueron una y otra vez contrarrestadas por los numerosos jugadores blancos que abarrotaban la retaguardia hispalense.
Los futuros Messi, Xavi, Iniesta,… empiezan a cocerse en este nuevo recinto, el Centro de Formación Oriol Tort, que fue presentado en sociedad ayer por Sandro Rosell, rodeado de numerosas figuras relacionadas con el Barça, y donde se foguearán, se cocerán y se forjarán los cracks venideros. La fabricación de sueños seguirá su curso.
Los cántabros de Cúper no pudieron en ningún momento con la avalancha de fútbol y de combinaciones trenzadas de los de Guardiola. Ni el rival, ni el temido virus FIFA, inquietaron a los de casa, que disputaron uno de los partidos más cómodos de los últimos tiempos. La vuelta de Iniesta resultó un soplo de aire fresco para las indefectibles triangulaciones culés. El manchego cuajó un buen partido en su vuelta al equipo tras la lesión que lo ha tenido apartado un mes de los terrenos de juego.
Un Barça gris sudó de lo lindo para derrotar a los gijoneses. Y eso que Valdés casi no tuvo que intervenir, pero sus compañeros no estuvieron cómodos ante la estrategia desplegada por Preciado. Xavi, que estuvo magistral en la medular, enganchó un trallazo que fue repelido por el poste, el rechace lo empalmó Adriano a la red, pero ni por esas el equipo azulgrana se sintió dominador del duelo.