LA DIFÍCIL PAZ EN EL BARCELONISMO

No ponen nada fácil hablar de fútbol en Can Barça, da igual que el equipo lleve tres temporadas arrasando en competiciones nacionales e internacionales, que seas el equipo que más simpatías despiertas entre los aficionados de España, que satures los marcadores con “manitas” o que el mejor jugador del mundo se exhiba semana sí y semana también. En el FC Barcelona siempre hay algo que minimiza los grandes éxitos, en esta ocasión ha sido Joan Laporta con su intempestiva salida a la palestra.

Hace unos días Guardiola amparaba a Laporta y más tarde hizo lo propio con Rosell, buscando un entendimiento entre uno y otro, que indefectiblemente se ha resquebrajado, si es que en algún momento llegó a semicuajar. El expresidente entró a un juicio privado como acusado y lo abandonó acusando al presidente, desafiándolo a un debate y amenazando con interponer acciones penales y civiles contra la Junta y el Grupo Godó. Agudizando aún más, si cabe, la fractura en el barcelonismo.

Presupongo que posicionarse del lado del presidente que obtuvo más votos en la historia del club, Sandro Rosell, resultaría un tanto demagógico, ahora bien, lo que tenemos claro es que las declaraciones de Laporta no hacen bien alguno al club y plantean un debate tan inútil como innecesario. Si quería un cara a cara con Rosell, ya tuvo su oportunidad hace unas días en la asamblea de compromisarios, para aclarar todo, incluso la presunta adulteración de sus cuentas.

A los jugadores parece que no les afectan este tipo de rifirrafes, los tejemanejes laportianos les son ajenos. Ellos están para lo que hacen como los ángeles, jugar al fútbol. Pero lo que desconocemos es cómo incidirán estos jaleos en Guardiola, porque siempre dice que seguirá si está a gusto, pero él sí que se ha inmiscuido en este affair, tras la demanda de responsabilidad contra la junta anterior.