viernes, 31 de enero de 2020

Manita al Leganés para acceder a cuartos de Copa


Tras dos triunfos con poco brillo y la derrota contra el Valencia por fin llegó un poco de calma para Setién en su nueva andadura como técnico culé. El FC Barcelona le endosó un 5-0 al Leganés en estos octavos de Copa del Rey disputados a partido único. Y eso que el duelo comenzó con susto para los locales, con pepinazo del “pepinero” Braithwaite que pasó lamiendo el poste. Fue un espejismo para los madrileños, que acabarían goleados de forma inmisericorde. Griezmann inauguró el electrónico a los cinco minutos escasos tras asistencia de Semedo.


A partir de ahí llegó la sangría para los visitantes. Ya no fueron rival con ese tanto en contra. Quique leyó mejor el partido que su contrincante, dispuso un once de gala, claro que al estar en cuadro tampoco tiene mucho dónde elegir. En este duelo apareció la verticalidad tan anhelada por todos los barcelonistas. Posesión, sí, pero acompañada de atacar la portería contraria. El segundo gol lo materializó Lenglet a la salida de un córner lanzado por Messi al filo de la media hora. Antes el Barça había lanzado muchas acometidas infructuosas sobre la meta defendida por Cuéllar. Varias de ellas por las bandas con Jordi Alba y Semedo ejerciendo de carrileros largos.

Tras el paso por vestuarios el partido bajó enteros, si bien quedaban por ver más goles. Dentro de la inherente relajación marcada por el resultado ambos contendientes dieron bastante buena versión, cada uno en rol más habitual. Unos atacando y otros defendiendo. Messi fusilaba el tercero tras otra sintonía de pases y combinaciones en azul y grana. El cuarto lo materializaba Arthur tras varios remates y rebotes en el área pequeña, y el que cerraba la manita lo hizo Messi tras driblar a Cuéllar en su salida desesperada para evitar el quinto. Ahora sí, el Barcelona venció y convenció, pero habrá que estar atentos y confiados en que no sea flor de un día.

domingo, 26 de enero de 2020

Un Barcelona preocupante no da la talla en Mestalla


Cayó el FC Barcelona (2-0) en su visita al Valencia, y lo hizo con estrépito, pues el resultado pudo y debió ser más abultado. Una manita tampoco habría extrañado a nadie, pues Ter Stegen se convirtió en un valladar en los primeros 45 minutos y consiguió mantener su portería a cero, a pesar del constante acoso que sufrió por parte de los “ché”. Por cierto, una primera mitad desastrosa de los azulgranas en los que tocaron y tocaron, sin profundidad y sin peligro alguno contra la meta de Doménech. Solo Messi se salvo de la quema, ya que fue el único de los suyos que lo intentó.


No acaba de cuajar, ni de arrancar, el concepto de Setién. Las dos victorias por la mínima ante Granada e Ibiza, sin convencer a nadie, fueron el preludio del varapalo contra el Valencia. Una ración de realidad que puso al Barça en su sitio, y para colmo, perdiendo el liderato. El tiqui-taca malentendido de los culés aburre a las ovejas y deja muchas dudas sobre el devenir de la temporada, por mucho que ahora se busque un nueve a contrarreloj. El delantero centro no va a solucionar los males, ni mucho menos si se llama Rodrigo. Un tipo criado en la cantera madridista, con poco gol, no mucho fútbol y con ganas de firma su último gran contrato cuando está a un mes de cumplir 29 años.

Los de Celades fueron superiores a lo largo y ancho del duelo. Su juego directo y vertical de los locales noqueó al Barça, que no se levantaron de la lona más que al inicio del segundo periodo. Ni tan siquiera el penalti parado por Ter Stegen supuso acicate alguno para relanzar a los catalanes. Coquelin y Kondogbia camparon a sus anchas por la medular. El juego por bandas de los blancos fue vertiginoso y surtía de buenos balones a los puntas. Maxi Gómez los aprovechó para clavar dos chicharros en el 48 y en 77 que golpearon la línea de flotación barcelonista hasta hundirla. Nos gustaría equivocarnos, pero quizás el problema es que no hay peloteros para realizar "jogo bonito". Y probablemente Valverde lo sabía.

miércoles, 22 de enero de 2020

El Principito invita a otra Copa

Tenía el Ibiza a todo un FC Barcelona, líder actual de LaLiga, contra las cuerdas, pero le faltó cierta dosis de fortuna. Los ibicencos tuvieron a los culés contra las cuerdas, se adelantaron con un gol tempranero de Caballé y pudieron poner la puntilla con un disparo al poste de Raí, tras un gran recorte. Un 2-0 habría sido demasiado dificultoso de levantar para los barcelonistas, que no tiraron ni una sola vez a puerta en la primera parte.



Setién conformó un once de circunstancias y a punto estuvo de pagarlo caro, porque llegar al club más grande del mundo y caer en la Copa a las primeras de cambio ante un Segunda B habría sido difícil de digerir. Dejó en la Ciudad Condal a los pesos pesados: Messi, Piqué y Busquets -y a Luis Suárez por lesión-, y con todo eso se dio el lujo de poner de salida a Junior Firpo de central. Salió también con Riqui Puig, que no cuajó sobre el césped artificial del estadio Can Misses.

El gol que inauguraba el marcador no produjo reacción ni motivación alguna para los azulgranas, puesto que el juego desplegado continuó siendo igual de deslavazado en los primeros 45 minutos. Tuvo que ser tras el paso por vestuarios cuando se dio una leve mejoría, nada susceptible de reseñar, pero al menos De Jong, y la incorporación de Arthur, inyectaron pujanza a la escuadra catalana. Fue el holandés el que filtró un pase de muchos quilates a Griezmann para que el galo batiese por bajo al a Parreño en el 73. A los de Alfaro les dolió el golpe.

El empate parecía el resultado que más cuadraba a ambos contendientes, vistas las escasas aproximaciones al área rival, pero en el minuto 94 cuando todos se encomendaban a la consiguiente prórroga, emergió Jordi Alba, que había salido en la segunda mitad, con una gran asistencia escorada para Griezmann, que la cruzó ante la salida del cancerbero local para sentenciar el pase a los octavos de final y para dar un poco de oxígeno a Quique Setién tras el pésimo encuentro disputado por los suyos.

lunes, 20 de enero de 2020

Y la novedad del “Setienismo” es… Messi


El FC Barcelona, con cambio de entrenador, volvió a dar un pobre espectáculo, que dista mucho del que todos esperábamos, tanto fans como detractores. El reemplazo del técnico no fue el revulsivo deseado. Quique Setién, flamante nuevo entrenador azulgrana, no dio con la tecla para iniciar el anhelado proceso de mejoría. Sí es cierto que la victoria frente al Granada (1-0) tiene que servir como el inicio de algo positivo, pero eso lo dirá el tiempo. Algo de lo que en Can Barça no sobra.


También es verdad que Setién parece que tiene intención de continuar con la doctrina del mítico Cruyff, y para ello necesita utilizar a todos los peloteros disponibles. En este estreno en el Camp Nou no disponía de dos de ellos: De Jong, por sanción, y Arthur, que salía de una lesión y solo disputó los minutos postreros.

Saltaron los andaluces perfectamente posicionados al césped del Estadi, y lo pusieron muy, pero que muy complicado. El entramado defensivo con once hombres por detrás del esférico fue muy difícil de desenmarañar para los locales. El Barcelona tocaba y tocaba la pelota, con intención de defender con ella, pero no se veían líneas claras de pase, y el juego era demasiado horizontal. La posesión de los culés, que en algunas fases de juego se acercó al 90%, no intimidaba a los visitantes, que se manejaron como pez en el agua.

Tras la reanudación el Barça buscó la portería contraria con más ahínco, llegaron algunas ocasiones, que Griezmann o Messi no supieron aprovechar. Hasta que en el minuto 76, cuando el Granada jugaba con uno menos por expulsión de Germán, el canterano Riqui Puig, que había entrado hacía escasos minutos, presionó al lado del córner izquierdo, robó el balón e inició la jugada que acabaría en la asistencia de espaldas que Vidal le dio a Messi para anotar el tanto que a la postre valdría el triunfo -el primero de la era Setién- y mantener el liderato de LaLiga.

jueves, 9 de enero de 2020

Simeone le come la tostada a Valverde


El FC Barcelona, actual campeón de la Liga, y el Valencia, actual campeón de la Copa, no estarán en la final de la Supercopa que se disputa en Yeda. Ambos cayeron en semifinales contra el Atlético y el Madrid, respectivamente. Con lo cual este nuevo formato devengará un campeón incomprensible, pues ninguno de los equipos madrileños ganó título alguno la pasada campaña. Dicho lo cual lo del Barça es para hacérselo mirar. Tuvo la final a tiro, con un gran partido en ataque, en control de esférico y en juego practicado. Iba ganando en el 81, y en diez minutos locos se dejó remontar con fallos garrafales, impropios de un equipo que aspira a dominar el fútbol continental. Muy, pero que muy difícil explicar lo que sucedió en el estadio Rey Abdullah en la lejana Arabia.


Habrá que aferrarse a la máxima de Simeone para tratar de exponerlo: “nunca dejes de creer”. El Atleti realizó uno de esos actos de supervivencia que les transmite “El Cholo” y se aferraron a un Oblak espectacular, para mandar al Barça a la lona. También el árbitro, el penoso árbitro González González, tuvo mucho que ver en el devenir del choque, sacando de quicio a los azulgranas con goles legales anulados y fueras de juego milimétricos. Lamentable su actuación, su chulería y de vergüenza para Ponferrada y para toda España.
Los cinco goles se dieron en el segundo acto, tras una primera mitad anodina en la que los de Valverde dominaron pero no supieron concretar el asedio a la meta colchonera. Inauguró el electrónico Koke en el primer minuto, pillando en bragas a la atolondrada defensa culé. Empató Messi, el mejor de los 22, de los 25,… y de la faz de la tierra. Y Griezmann anotaba ante sus ex el segundo, que poco a poco parecía definitivo, pero un arreón final de los rojiblancos dejó helada a la parroquia barcelonista. Un penalti señalado a Neto, convertido por Morata, y un gol postrero de Correa, dejaban al Barça sin trofeo y deparando una final madrileña que augura un derbi trepidante. Si los árabes anhelaban un “clásico” el domingo tendrán que esperar...

martes, 7 de enero de 2020

De Jong, con su bisoñez, regala dos puntos al Espanyol


El FC Barcelona no pudo pasar del empate en el RCDE Estadium (2-2). Un fallo garrafal de De Jong, que agarró por la camiseta a un rival cuando ya tenía cartulina amarilla, obligó a los azulgranas a replegarse al máximo al contar con diez hombres y ceder en los minutos postreros dos puntos que al final de la liga pueden valer su peso en oro. Tampoco es que los de Valverde hiciesen mucho más de lo que acostumbran cuando juegan fuera de casa, pero su juego ramplón les habría valido para sacar los tres puntos de no ser por disputar con uno menos los últimos veinte minutos.



Se adelantaron los pericos, en un remata de cabeza de David López tras saque de falta. La defensa hizo aguas, y Neto, sustituto de Ter Stegen, hizo la estatua. Se ponían mal las cosas para los visitantes que no supieron reaccionar, durante toda la primera mitad. Dominio abrumador y posesión altísima del esférico, pero de remates a puerta más bien pocos. Suárez y Messi lo intentaban y Griezmann ni tan siquiera eso. El francés ni está ni se le espera, y la afición comienza a inquietarse con el ex rojiblanco que es una sombra de lo que fue y no da visos de mejora.

Tras la reanudación llegó el empuje de los culés, y con él la igualada y el posterior segundo a los pocos minutos. Mucho tuvo que ver Luis Suárez, que anotó el tanto que ponía las tablas en el electrónico de toque sutil orientado tras medido centro de Jordi Alba; y puso por delante a los suyos tras brillante asistencia a Arturo Vidal, que batió a Diego López de certero cabezazo. El chileno salió en el segundo acto y fue de los mejores, apuntalando la medular e imprimiendo la garra de la que a veces adolece este equipo.

Con la expulsión de Frenkie el Barcelona se echó atrás maquinalmente. Y Wu Lei ganó las espaldas a la zaga para establecer el definitivo reparto de puntos en el 88. El Espanyol seguirá como colista, mientras el Barça mantiene el liderato, ahora empatado a puntos con el Madrid. Y se proclama campeón de invierno, un título honorífico, a la par que agridulce por cómo se desarrolló el duelo catalán.

domingo, 5 de enero de 2020