El Barça se juega esta noche en París a las 21:00, será en el Omnisport francés y con el Olympiacos griego como rival. Un equipo, el del Pireo, que cuenta con el presupuesto más grande de toda la Euroliga, el otrora poderío de los dracmas griegos ha renacido para esta temporada con una ingente cantidad de euros -40 millones, casi el doble del presupuesto del Barça-, sonrojante para sus paisanos que acusan la mayor crisis económica de su historia.
Los azulgranas accedieron a la gran final dejando en la cuneta al Madrid, y posteriormente al potente CSKA de Moscú. Los griegos se desembarazaron del Partizán tras una disputa prórroga y asustan por su potencial ofensivo –se enfrentan el mejor ataque contra la mejor defensa- y por su infernal hinchada, pero el Barça tiene el marchamo de favorito allá por donde va. Tiene un plantillón envidiado por toda Europa y por algún que otro equipo NBA. Con varios jugadores franquicia capaces de liderar por sí solos un equipo, pero que ahora confluyen en un mismo bloque, dirigido con maestría por Xavi Pascual.
Estará Ricky Rubio, que ya dio un recital de asistencias a lo Pete Maravich en la semifinal. No faltarán a la cita Lorbek y Morris, dos jugadores maravillosos. Estarán Vázquez y Boni para intimidar con su enorme envergadura. Tirará de 3 el máximo triplista de la historia de la Euroliga, un tal Gianluca Basile. Estará Mickeal, posiblemente el mejor tres del viejo continente. Y por supuesto, bombeará Navarro, el único azulgrana de los presentes que ya tiene este título en su poder, incluido en la lista de los diez mejores jugadores de la década en la Euroliga y en el quinteto ideal de esta fase final.
El Barça ha sido el mejor durante esta temporada, pero es hoy cuando debe demostrarlo sobre el parqué de París. Otra vez la capital francesa, donde ya se cayó en el 91 y en el 96-en esta con el tapón ilegal de Vrankovic-. No parece un buen presagio, pero es preferible acogerse a lo de “a la tercera va la vencida”. Es la hora del Barça. Le toca demostrar su enorme potencial. París nos debe una copa.
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