UN MUNDIAL SOSOTE

Iba a titular: “Un mundial light”, pero para qué andarnos con anglicismos cuando el “sosote” lo define a la perfección. No hay ninguna selección que le dé algo de aliciente al evento, el mayor hasta la fecha, y ya llevamos diez días de competición lo ha puesto nuestra Roja, perdiendo sorprendentemente ante la débil Suiza.

Es que es todo tan insulso, que ni los destellos de Messi y de una Argentina que apunta algo, nos sacan de la desidia futbolera en la que nos hemos instalado. Si hasta la salsa la está poniendo Francia con temas extradeportivos y con jaleos de insultos y movidas internas, porque su aportación futbolística ha sido nula. Pero tampoco va muy allá la de Italia, que aburre a las ovejas, como siempre, pero esta vez sin una estrella tipo Paolo Rossi, Roby Baggio o Del Piero. Niente di niente. Ni capaces han sido de ganarle a Nueva Zelanda.

¿Y qué decir de Inglaterra? Dos empates ante selecciones menores, sin saber todavía a lo que juegan. Para meter un solo gol ante USA y Argelia, ¿era necesario apoquinar 11 millones de euros anuales a Capello? Esto por no hablar de Brasil, la verdeamarelha menos genial de todas las citas mundialistas, donde su estrella Kaká es un Don Nadie desde que fichó por el Madrid hace un año y su entrenador, Dunga es una mala copia del típico míster ultradefensivo del calcio.

Y esto da que pensar sobre quién comanda estas selecciones, nombres y hombres cortados todos ellos por el mismo patrón: Lippi, Capello, Domenech, Dunga, Hitzfeld,… un elenco para la destrucción, la debacle del romanticismo. Menos mal que Mourinho no entrena a España, porque el juego vibrante de la Roja es lo único que nos queda para salir de este sopor en el que nos hayamos inmersos. Arriba la Furia, abajo los sosotes.