En los octavos de final dos fallos garrafales privaron a ingleses y mejicanos de mejor suerte en sus respectivos partidos, en el Argentina-México, el primer gol de la albiceleste fue el fuera más clamoroso de los últimos tiempos, el apache Tévez recibe el balón sin haber ni tan siquiera portero entre la línea de gol y él mismo. Y en el Alemania-Inglaterra, Lampard marcó un gol fantasma de los menos fantasmas que se recuerdan, el balón casi atravesó medio metro la línea de gol y volvió a salir.
No fue menos grave lo ocurrido en la Fórmula 1, una carrera marcada por el espectacular accidente de Webber que nervioso por su mala salida y en su afán por recortar posiciones embistió a Kovalainen y su Red Bull voló por los aires, a partir de ahí la polémica, salió el coche de seguridad, pero tardando un mundo y beneficiando a Vettel que iba primero, Hamilton que iba segundo lo adelantó, cosa totalmente prohibida y Alonso que iba tercero lo respetó, el asturiano quedó malparado por cumplir la normativa y quedó relegado a la undécima posición, pues al entrar a cambiar neumáticos, media parrilla se le adelantó, mientras Lewis que parece que corre con su Scalextric y se juega con las normas que pone él, fue sancionado con una entrada en el pitlane, pero llevaba tanta ventaja, que le salió gratis, con lo cual le permitieron continuar segundo. De vergüenza, la decisión del director de carrera, que destrozó a los dos Ferrari. Como declararía Fernando al final, fue una carrera manipulada.
De la Rosa que había acabado por primera vez en los puntos (décimo), fue relegado a la duodécima posición por una sanción de cinco segundos que afectó a nueve pilotos, y que hizo que Alonso avanzase un puesto y acabase octavo. Alguersuari acabó en la posición trece, tras superar a dos monoplazas por esa misma sanción. Ferrari parece que se acerca al nivel de los McLaren, pero esta obsoleta reglamentación exige una revisión urgentísima, la Fórmula 1 y sus seguidores lo merecen.
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