Ya debutaron todas las selecciones en el Mundial de Sudáfrica, y tras jugar la totalidad de ellas, llegó el SORPRESÓN, que no lo dio ni la verdeamarelha, ni la albiceleste, ni la naranja mecánica, lo dio el bollo suizo, que derrotó a España, una de las favoritas para el triunfo final.Un bollo suizo que se le atragantó a La Roja en la hora del café, pues fue espeso, empalagoso y difícil de digerir. No encontró la selección la vía para abrirlo y cada vez la masa se iba haciendo más y más densa. Hasta que lo que venía siendo un bollo se convirtió en un churro, con un gol de fortuna de Gelson Fernandes, que dicen habla ocho idiomas pero que a nosotros nos dejó mudos. Curiosa la historia del bollo suizo, ni tan siquiera es de Suiza, es castellano y tenía ese nombre por elaborarse en el “Café Suizo” de Madrid. Así que de helvético tiene más bien poco, es más, contaba en uno de sus libros el ilustre Jardiel Poncela, que estando en el país alpino, preguntó en una cafetería por este bollo, al describir su forma, el camarero le dijo que “lo más parecido es un bollo español”, y le trajeron un suizo.
Y ya centrándonos en el partido, que es lo que nos ocupa, nos bajaron de la nube estos helvéticos, buena cura de humildad para los que nos creíamos los mejores del mundial, ahora habrá que ganarse esa prebenda. Pero el mal comienzo no nos lo quita nadie, caer en el primer partido es gravísimo, máxime contra Suiza, que no nos había ganado nunca.
Pero a pesar de jugar lento, de no crear demasiadas ocasiones claras, de no practicar el tiqui-taca habitual y de la ausencia de precisión, España sigue teniendo sus oportunidades, tiene su estilo de juego y a él tiene que aferrarse, no queda otra, pues ese estilo le llevó a ser campeona de Europa. Esperemos que el bollo suizo se nos quede ahí y no nos llegue a las Honduras.
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