Tarea dificultosa esta la de escribir todos los días en un blog sobre las excelencias del FC Barcelona, llega un momento en que, como se dice popularmente, se agotan los adjetivos para describir tanto juego preciosista. Y un poco de esto ocurrió anoche en el encuentro Barça-Depor, lo malo es que sólo duró 25 minutos, en esta primera media hora el Barça dio un recital de fútbol de salón, que incluyó control del tempo del partido, movimientos rápidos de balón, verticalidad, paredes imposibles, taconazos de vértigo, chilenas a lo “rivaldazo” y ocho disparos a puerta, incluyendo dos tiros al palo. Pero ese dominio asfixiante por aplastamiento, sólo se tradujo en un insuficiente gol, marcado por Bojan a pase, magistral para variar, de Xavi.
Y a partir de ahí se fundieron los plomos del Barça. Ya no volvieron a entrelazar tres pases seguidos y los de Lotina se vinieron arriba paulativamente, sin mordiente y pecando de inocentes, pero lograron intimidar a los azulgranas, a los del campo, a los de la grada y a los de todo el mundo. Esa inocencia les privó de acometer empresas mayores, pues en un saque de falta colgado a la olla, emergió el gran Valdés para blocarlo y poner la pelota en juego rapidísimamente, tras un rechace, Pedro enganchó un disparo a bote pronto desde el medio campo que se coló por la escuadra de Aranzubia. Golazo, pañuelos y partido sentenciado. El marcador final lo cerró Touré a la salida de un córner, dejando en el luminoso el 3-0 definitivo.
Muchas veces desde Triculé se ha defendido el modelo de Guardiola basado en futbolistas de la cantera, circulación alta de balón, juego por bandas y presión desde la salida del rival, pero es que el legítimo y auténtico paradigma es Pedro Rodríguez, un jugador criado en La Masía, luchador, decisivo, sacrificado, ilusionante, goleador, categórico y humilde. Ha logrado el hito de marcar en todas las competiciones, lleva 19 goles en total, no sólo se merece el Óscar, entre otros premios se ha ganado a pulso formar en el once del mejor equipo de la historia, en el once del Fútbol Club Barcelona.
Y a partir de ahí se fundieron los plomos del Barça. Ya no volvieron a entrelazar tres pases seguidos y los de Lotina se vinieron arriba paulativamente, sin mordiente y pecando de inocentes, pero lograron intimidar a los azulgranas, a los del campo, a los de la grada y a los de todo el mundo. Esa inocencia les privó de acometer empresas mayores, pues en un saque de falta colgado a la olla, emergió el gran Valdés para blocarlo y poner la pelota en juego rapidísimamente, tras un rechace, Pedro enganchó un disparo a bote pronto desde el medio campo que se coló por la escuadra de Aranzubia. Golazo, pañuelos y partido sentenciado. El marcador final lo cerró Touré a la salida de un córner, dejando en el luminoso el 3-0 definitivo.
Muchas veces desde Triculé se ha defendido el modelo de Guardiola basado en futbolistas de la cantera, circulación alta de balón, juego por bandas y presión desde la salida del rival, pero es que el legítimo y auténtico paradigma es Pedro Rodríguez, un jugador criado en La Masía, luchador, decisivo, sacrificado, ilusionante, goleador, categórico y humilde. Ha logrado el hito de marcar en todas las competiciones, lleva 19 goles en total, no sólo se merece el Óscar, entre otros premios se ha ganado a pulso formar en el once del mejor equipo de la historia, en el once del Fútbol Club Barcelona.
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