Llega Osasuna esta noche al Camp Nou. Todavía en la memoria el empate de la ida propiciado la mala fortuna del FC Barcelona, el tanto en propia meta de Piqué, la desgracia del minuto 93, la falta de definición de los puntas blaugranas, la discreta actuación de Chygrinskiy y Márquez, el mal arbitraje del colegiado (madrileño para más señas, Rubinos para más inri) que no quiso ver la roja directa cuando Ibrahimovic se iba sólo hacia la portería rojilla, ni alguna que otra mano, incluso recordamos el mal fario del color amarillo de la casaca culé.
Ajeno a esto y a los elegios vertidos sobre su persona, Messi puede empezar hoy en el banquillo, con el propósito de conservarlo para el frenético calendario que le espera al Barça hasta el final de temporada. Con ello los defensas pamplonicas habrán dormido más tranquilos (Leo lleva los mismo goles que todo el Osasuna junto, 25), bueno tampoco mucho, porque llevan más de un mes sin ganar y se presentan en la Ciudad Condal con muchas bajas en la delantera.
Será turno para que Ibra marque la mitad de lo que falló en Zaragoza, para que Henry mantenga las buenas sensaciones que se le vislumbran, para que Pedro ejerza de Messi y para que Iniesta recupere su sitio en la medular acompañando a un inmenso Touré. Es hora de resarcirse del injusto empate de Pamplona y por qué no, de la victoria que se les "concedió" la temporada pasada, tras tener la liga en el bolsillo. Incluso si el partido se pone de cara, para intentar incrementar el casillero global, no vaya a ser que al final haya que tirar de goal-average.
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