Y el meneo lo dio un Regal que está siendo ciertamente irregular esta temporada, tanto en ACB como en Euroliga, y lo hizo sin dos baluartes como Mickeal y Basile, con los que otras veces había apalizado a los merengues, y lo que es más significativo, lo consiguió sin que sus dos sustitutos, tuviesen un papel relevante, ya que ni Ingles, ni Anderson anotaron ni un solo punto.Con un Lakovic excelso en el tiro exterior (17 puntos), un Vázquez dominador bajo tableros, un Lorbek muy consistente, un Grimau con una garra imponente, un Morris acribillando desde la línea de 6.75, un Navarro volviendo por sus fueros y regalando “bombas” navideñas por doquier, y con cinco jugadores blaugranas por encima de los 10 puntos, pocos echaron de menos al jugador franquicia, Pete Mickeal. Los de Xavi Pascual salieron en tromba, y su velocidad en el juego y la intensa defensa se le atragantó una vez más a Messina y sus muchachos, que acomplejados, no sabían como parar el incesante aluvión de canastas del rival. Las divisiones de zona de Lakovic, Ricky y Navarro, creaban superioridad en ataque y los porcentajes de tiro del Barça eran de los que hacen daño a cualquier defensa.
En ningún momento el Madrid dio la sensación de ser capaz de remontar ante el poderío de este gran Barça. La somanta concluyó con el 95-75 final, con un Palau rendido a los suyos, con el FC Barcelona arrebatando el liderato a los de la capital y finiquitando un magnífico año 2010, en el que se sucedieron las tundas al Madrid: en Liga, en Copa, en Euroliga y en Supercopa, y que dejó en las vitrinas del Museu: la Euroliga, la Copa del Rey y una “virtual” Intercontinental, tras ganar a Los Angeles Lakers. Que siga la racha y el espectáculo.
Estampó su firma con el FC Barcelona hasta el 2015, con una cláusula de rescisión de 100 millones de euros y la pregunta es sencilla: ¿tiene sitio en el mejor equipo de la historia?. Está claro que fichar un titular para este superequipo es dificilísimo, de hecho el puesto de Zubi es delicado, la labor del director deportivo del Barça pasa por hilar muy fino, tienes un once ya diseñado, complicadísimo de mejorar y prácticamente cualquier fichaje que hagas es para ser suplente, una situación poco motivadora para el recién llegado y que cumpliría mejor cualquier futbolista del B, que siente los colores y se dejará la piel por la camiseta.


El FC Barcelona parece haberse abonado a las “manitas”, anoche le endiñó otra al eterno rival metropolitano, al Espanyol, 1-5 en su inexpugnable campo de Cornellá, donde nadie había conseguido arrancar un punto hasta la fecha, hasta que llegó el mejor equipo de la historia del fútbol y les arrasó. Los minimizó de forma brutal. Y eso a pesar de su salida fulgurante y rabiosa, donde iban comiéndose al “enemigo” y al césped.
Ahora volverán a medir fuerzas, esta vez en octavos, Cesc recibirá en el Emirates al que pudo ser su equipo este verano y al que lo es para siempre, no en vano se curtió como futbolista de relieve en La Masía. Será un combate táctico de primer nivel, Wenger-Guardiola, ambos moverán sus piezas y prepararán sus estrategias al detalle. Será un choque abierto, con un fútbol ofensivo constante, donde los ataques primarán sobre las defensas. Espectáculo en estado puro, desafío de la máxima categoría en la competición reina.


Obviamente nos estamos refiriendo a los que ya todos sabemos: Valdés, Alves, Puyol, Piqué, Abidal; Busquets, Xavi, Iniesta; Pedro, Messi y Villa. Los mismos que vapulearon al Real Madrid por un contundente 5 a 0. Sólo han coincidido en cuatro partidos durante esta temporada, pero han sido suficientes para quedar patente el poderío de este conjunto de jugadores.
Tengo que confesar que no me pone esto de jugar el partidazo en lunes a las 9 de la noche, pero la superlativa expectación generada en el panorama futbolístico mundial es ajena al día de la celebración de este choque de trenes. Será un envite de máxima categoría, qué digo un envite, un órdago sin remilgos, donde medirán sus fuerzas los dos mejores conjuntos del planeta, Barça y Madrid; los dos mejores entrenadores, Guardiola y Mourinho; los dos jugadores más grandes del momento, Messi y Cristiano.
Jugaron los de Guardiola a medio gas, empezaron moviendo la pelota de un lado a otro del rectángulo, sin profundidad alguna, como flotando al rival. Sin tan siquiera disparar a portería. Los griegos con dos líneas de cuatro muy atrás y excesivamente juntas no daban opción. Tuvo que ser una contra helena, rematada por Cissé y que despejó una mano prodigiosa de Valdés, la que despertase a los azulgranas de su letargo. Hasta ese momento no había noticias del tridente ofensivo culé.
Mucho tuvo que ver el colosal partido que se marcó Juanín García, el extremo blaugrana anotó una docena de tantos, y fue una pesadilla para la zaga rival. Nos recordó al gran Rafa Guijosa, el otrora extremo izquierdo azulgrana, que en su momento fue nombrado mejor jugador del mundo, premio al que se viene haciendo acreedor Juanín con actuaciones tan brillantes como la de ayer.
Viaja el equipo de Guardiola a Atenas, un escenario de infausto recuerdo para los culés, a rendir visita al “Pana”, un conjunto el griego, al que ya endosó una manita en la ida, y que ahora los recibe en su particular infierno del Spiros Louis, con nuevo inquilino en el banquillo, Josualdo Ferreira, al que hace dos telediarios veíamos entrenando al Málaga en La Rosaleda.
Así, en el comienzo del campeonato liguero, se instauró la ansiedad en Cristiano, que si no le hacía un gol al arco iris, que si Piqué llevaba los mismos goles que él, uno, y el del portugués fue de penalti. Hecho absurdo porque dada la calidad del luso, se presuponía que iba a sobrepasar la treintena fácilmente. 
Un 0-8 histórico, de esos marcadores de épocas en blanco y negro, de los que hay que remontarse a la década de los cincuenta, por lo menos. Un Barça avasallador y estratosférico, solventó el encuentro en 20 minutos, en ese intervalo de tiempo le endiñó una manita a los andaluces. A su habitual juego de toque, presión y posesión, el equipo azulgrana incluyó una contundencia brutal. De los once tiros que disparó a puerta, ocho acabaron en el fondo de las mallas de un Diego Alves, que debió pensar que hay días en los que es mejor no levantarse de la cama.