EL OPIO Y LAS SELECCIONES AUTONÓMICAS

En una sociedad como la nuestra cada día más deteriorada, con los ánimos por los suelos, con crisis económica y de ideas, galopantes ambas. Donde el estado del bienestar decrece a ritmos alarmantes, en idéntica progresión aritmética al incremento de la demagogia, y donde los valores fluctúan bajo mínimos, si no véase la sustitución del canal CNN+ por 24 horas diarias de Gran Hermano, ¡dónde vamos a parar!, si reemplazamos a un gran comunicador como Iñaki Gabilondo por el icono de la telebasura, Mercedes Milá. Patético, a la par que aberrante.

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En semejante contexto cáustico y desolador, no podían escapar sin salpicadura las selecciones autonómicas de fútbol, otrora adalid de identidades nacionalistas varias, que poco a poco van decreciendo en brillo, en seguimiento y en intensidad. Así de los múltiples y variados combinados que proliferaron como la mala hierba en tiempos más boyantes, ahora, clausurado el grifo del despilfarro pecuniario, sólo aguantan el tirón: catalanes y vascos, y no al completo, pues muchos clubes se han negado a ceder a sus jugadores para este tipo de eventos.

De esta guisa, se jugó anoche uno de estos amistosos en el Estadi Olímpic, se enfrentaron Catalunya y Honduras, con un 4-0 favorable a los catalanes, entrenados por el mítico Johan Cruyff y con un Bojan espléndido que marcó dos goles y dio los otros dos. Unos pocos se acercaron a Montjuic para animar a los suyos, con un énfasis mermado, pero con deseos de ver fútbol tras el parón liguero, aunque fuese de su desvirtuada selección y frente a un rival de poca enjundia. Porque ahora más que nunca, toma cuerpo la distorsionada frase de Marx: “el fútbol es el opio del pueblo”.