No fue un camino de rosas, el equipo tinerfeño dominó la primera media hora y pudo adelantarse en el marcador de no ser por un inspirado Valdés. Fue un espejismo, y como suele suceder, el que perdona lo acaba pagando. Un endiablado Bojan, muy enchufado todo el partido, repartiendo tres asistencias de gol y un genial Messi con un hat trick desactivaron la resistencia chicharrera e hicieron olvidar de un plumazo la falta de pegada y la ausencia del killer Ibrahimovic.
Tampoco fue un partido para enmarcar, la goleada no debe ocultar, la falta de consistencia en la medular blaugrana y por ende en el virtuosismo del conjunto. Cuesta hilvanar jugadas, Xavi no es Xavi, hay problemas para salir de la presión rival y para sacar el balón jugado. Pero es un golpe de autoridad, ahora que arreciaban críticas y en un momento en el que todos están contra el Barça, un sedante-tranquilizante para los que se empezaban a poner nerviosos. El equipo insular pagó los platos rotos, sin merecer ese excesivo castigo, pero no nos engañemos el juego tampoco fue para tirar cohetes.
Una vez recuperados hábitos del pasado con la goleada en la isla mágica, ahora toca jugar donde está la auténtica Isla Mágica, en Sevilla. Allí no valdrá salir dormidos la primera media hora o todo lo mágico del torneo copero desaparecerá cual conejo en chistera.
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