Son paños calientes que deja Pep, para que se enfríe la situación insostenible que se estaba creando en el entorno, y que por ende, podría afectar al equipo. Así que un paso al frente y todos tan contentos: la directiva porque es un suma y sigue de su proyecto, ya dijo ayer Laporta que es el octavo título (añadiendo que el 2-6 al Madrid era el séptimo); los jugadores porque es lo deseaban, así lo habían expresado y felicitaron con una ovación a su jefe en el entrenamiento; los aficionados porque los títulos y las copas pesan más que nada y hasta los precandidatos a la presidencia están de acuerdo, no conciben el Barça actual sin él. Jamás hubo mayor unanimidad en el club.
Pep Guardiola, que el lunes pasado cumplió 39 años, comentó que se siente con fuerzas para seguir y que la situación era incómoda para todos, que había que matar el tema. (Digamos que muerto, muerto, no está, dejémoslo en herido grave). Sin partidos de Copa entre semana el asunto ya mareaba la perdiz, sin previas, sin post-partido, la comidilla era la renovación del mister. Aunque para él no era el momento más idóneo, no lo ha hecho cuando él quería, pero sí ha hecho lo que convenía al club. Y si viniese de otra persona serían palabras que se lleva el viento, pero viniendo del “noi de Santpedor” vale su palabra. En definitiva, bueno para el Barça.
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