
Sorprendió el técnico azulgrana alineando una zaga con Busquets incrustado entre los centrales Piqué y Abidal, con Alves y Adriano ejerciendo de carrileros y con Mascherano en funciones de contención en la medular. Así el Valencia achuchaba lo indecible, la presión asfixiante a Xavi y a Iniesta, maniató al Barcelona, así como los sobremarcajes al primer receptor. Meritorio equipo el valenciano, que sigue con su poderío intacto, a pesar de perder a Villa y a Silva. Poco a poco los blaugranas se fueron sacudiendo el dominio ché, y los últimos veinte minutos agobiaron la meta defendida por Guaita. Las mejores ocasiones de gol las tuvo Messi, desperdiciándolas incomprensiblemente, sobre todo un triple disparo a bocajarro frente al portero y otro mano a mano, en el que picó en exceso el esférico.
En la reanudación los de Emery se hicieron amos del medio campo, aunque no estuvieron atinados en la definición. Pep volvió al dibujo habitual, metiendo a Pedro por “el jefecito”, pero el equipo pareció no digerirlo bien. Un par de disparos desviados de Soldado y Pablo, pudieron abrir el marcador, pero tanto perdonar, acabó apareciendo el de siempre, Messi a pase de un fenomenal Adriano, enganchó un zurdazo colocado, que entró con la suerte que le había faltado hasta ese instante. Desde ese momento hasta la conclusión, veintitrés minutos de fútbol control azulgrana y tres puntos de oro para la buchaca.
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