No hubo iceberg en Madrid, sí orgasmo en azul y grana

Humillados, con el rabo entre las piernas y silbados por su propia afición en el Bernabéu, así abandonó el Madrid el campo tras la soberana paliza que le inflingió el FC Barcelona, un 0-4 que escocerá a la parroquia merengue durante bastante tiempo. Y pudieron ser varios más si los catalanes, que mostraron una superioridad insultante, no hubiesen fallado unas cuantas ocasiones claras de gol. Los blancos no fueron rival para un Barça coral que hizo y deshizo a su antojo, manejando el clásico desde la medular con un Busquet imperial, un Rakitic omnipresente, un Iniesta en plan genio y un Sergi Roberto que pretende hacernos olvidar a Xavi a pasos agigantados.

El Madrid fue un pelele en manos del equipo de Luis Enrique, que había anunciado en la previa que a él no le ponía el partido, que era un iceberg. Nos engañó el entrenador asturiano, estuvo caliente durante los 90 minutos, dio un repaso táctico a Benítez, celebró los goles con vehemencia y a buen seguro tuvo la misma sensación orgásmica que Piqué y que el resto de los culés del planeta. El partidazo que se marcaron Neymar, Suárez y compañía lo merecía, dieron un monumental baño a los jugadores del Madrid, que en ningún momento supieron contrarrestar el juego de tiralíneas de su rival.

A los once minutos Suárez ya refrendó el poderío azulgrana con un gran tanto marcado con el exterior, tras medido pase de Sergi Roberto. Neymar hizo el segundo de la tarde al aprovechar una asistencia entre líneas de Iniesta. El tercero pudo llegar en el último segundo de la primera mitad pero Marcelo sacó con la cabeza un gol cantado de Suárez. En la reanudación los locales tiraron de furia un par de minutos, pero el zapatazo de Iniesta que se coló por la escuadra en el 53, les hundió definitivamente. Faltaba el doblete del killer uruguayo que llegó tras tirar al suelo a Keylor Navas con un amago y una sutil definición.

El Barça, con Messi ya en el campo, buscó el quinto, incluso Piqué jugó un rato de "9", y Munir pudo cerrar la manita, pero no llegó. Solo quedaba la rabia y la impotencia madridista expresada con una patada de Isco que vio una merecida roja, manifestada con pañuelos, pitos y gritos de "Florentino dimisión". La Castellana entra en crisis, mientras el Barcelona es más líder con 6 puntos de ventaja sobre el eterno rival, y lo más importante, dejando un fútbol de alta escuela y la sensación de que es un equipo de otro mundo.