UN TRIPLAZO ANIQUILA AL CAMPEÓN

Con el 4-1 que le endosó Argentina a La Roja todavía fresco en la memoria, ayer nos cayó otro jarro de agua fría, esta vez en baloncesto, la pujante Serbia, que derrotó a España por un ajustado 92-89, jugará por las medallas y condena a los de Scariolo a luchar por la quinta plaza. Una posición a la que no estamos acostumbrados actualmente, pero que nos evoca otros tiempos menos halagüeños en el deporte de la canasta.

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La ÑBA no reeditará su título de campeona del mundo, quizás tampoco habría sido justo, han perdido tres partidos y han ganado cuatro, escaso bagaje para subirse al podium final. Para justificar el palo recibido, trataremos de no mencionar en este artículo las palabras triple estratosférico y Pau Gasol.

No nos engañemos, los jugadores no estuvieron finos durante todo el torneo, y ayer no iba a ser una excepción, se fue siempre a remolque en el marcador, y eso siempre es un mal signo. Flojos en defensa, los 92 puntos encajados lo dicen todo, y dubitativos en ataque a pesar de los 87 puntos anotados (27 de ellos del gran Navarro).

Con todo y con ello, a pesar de las adversidades, de las ausencias, de las lesiones, de la carencia de acoplamiento, de la insuficiente concentración, de la debilidad en el puesto de base, de la endeblez de “la segunda unidad” y demás, a falta de tres segundos para el final del partido, el electrónico señalaba un empate a 89. Pero la fortuna se alió con los serbios, un aclarado para Teodosic que mandó a todos sus compañeros a la línea de fondo, una subida del cuatro al bloqueo directo y un triple desde 9 metros, acabaron con fervorosas ilusiones y simulados optimismos. Toca repliegue de banderas y reflexiones analíticas varias.