El Barça visita el Calderón, con la defensa mermada, pero con el tren superior intacto y Messi, el mejor jugador del mundo, en plena forma. Con la presión que imprime ser el mejor equipo de la historia, lo que conlleva salir a ganar en todos los campos del planeta, ya sea Londres, Mónaco, Abu Dabhi o Madrid. Y con el añadido de que el equipo perseguidor ganó ayer y se colocó a dos puntos.
El Atlético llega eufórico tras conseguir el pase a la final de la Copa del Rey, cosa que no hacía desde hace diez años. Eso se suma a que tradicionalmente contra el Barça se marcan el partido del año, se olvidan de su estatus de “pupas” y presionan, combinan, desbordan y ante el escaparate mundial que supone jugar contra el equipo azulgrana, el Kun y Forlán se desmelenan. Encima la afición colchonera, a poco que hagan de lo mencionado anteriormente, se vuelca con los suyos. Y por si fuera poco el árbitro llega mediatizado por la caterva cibelesca y por el relañato. Contra todo este compendio de condicionantes jugarán los culés. Eso más la defensa en cuadro, con media docena de bajas. Pero nada de esto será excusa, porque como dice Guardiola: Somos el Fútbol Club Barcelona.
El Atlético llega eufórico tras conseguir el pase a la final de la Copa del Rey, cosa que no hacía desde hace diez años. Eso se suma a que tradicionalmente contra el Barça se marcan el partido del año, se olvidan de su estatus de “pupas” y presionan, combinan, desbordan y ante el escaparate mundial que supone jugar contra el equipo azulgrana, el Kun y Forlán se desmelenan. Encima la afición colchonera, a poco que hagan de lo mencionado anteriormente, se vuelca con los suyos. Y por si fuera poco el árbitro llega mediatizado por la caterva cibelesca y por el relañato. Contra todo este compendio de condicionantes jugarán los culés. Eso más la defensa en cuadro, con media docena de bajas. Pero nada de esto será excusa, porque como dice Guardiola: Somos el Fútbol Club Barcelona.
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