Victoria por la mínima y gracias. Este no es mi Barça que me lo han cambiado, era lo que pensaba ayer durante el transcurso del partido contra el Espanyol. Sólo se marcó un gol y de penalti dudoso, y si un triculé como yo dice dudoso, quiere decir light, de los que no se pitan, vamos que no fue, para qué llamarnos a engaño. También se podría alegar en nuestra defensa, que ese pitado por los tropecientos que no nos han concedido en lo que va de temporada.
Pero a lo que iba, porque el penalti es una circunstancia colateral, el problema fundamental es que hay dificultades para abrir y cerrar los partidos. Ayer cuando todavía no habían marcado los de Guardiola, recordé, no sin relamerme de gusto, aquellos partidos de no hace tantos días, en que se fusilaba al Bayern en la primera mitad, se aniquilaba al Atlético con cinco chicharros en unos pocos minutos o se endiñaban seis golazos al Madrid en su estadio. Ahora toca sudar en cada partido, da igual sea de liga o de Champions, toca estar pendiente de cada ataque rival, empujando la pelota desde el sofá para que ese disparo rival salga fuera del marco de Valdés, toca contener la respiración en cada acercamiento al área azulgrana, en definitiva toca sufrir cada minuto del partido, siempre con una ventaja escasa, siempre con la sensación de que en cualquier momento te pueden dar un susto o dos, si son pequeños.
Es el mejor arranque liguero de la historia del Fútbol Club Barcelona, el equipo más goleador del campeonato, el que menos tantos encaja, el líder en España y primero en su grupo Champions, cuenta en sus filas con el mejor jugador del mundo, Messi, con los mejores mediocampistas de Europa y con el posiblemente mejor delantero del mundo, Ibrahimovic. Y del equipo tricampeón sólo se cambió una pieza por otra. ¿Echaremos de menos a esa pieza? ¿La presión que ejercía en la salida del equipo rival? ¿El influjo que contagiaba a las demás piezas de un equipo que funciona maquinalmente? Lo desconozco, sólo sé que sigo sufriendo, pero mientras el Barça siga liderando todo, pues, bendito sufrimiento.
o'ops!
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