martes, 17 de noviembre de 2009

EL ORO Y EL OZONO

Comenta el capitán Puyol, que “si viene Cesc, espero que paguemos poco”. El dilema de si llega Robinho es por si viene cedido, y no abonando traspaso, porque su calidad está fuera de toda duda. Si se ficha a Mascherano, que sea por un precio asequible. Y si se traía a Villa era por 45 millones, nunca por más de 50. Todo se reduce al vil metal.

Parece que el dispendio ya se hizo al pagar una cifra desorbitada por Ibrahimovich, cuyo nombre traducido al bosnio, significa oro. Y a precio de eso se pagó. En parte también por el efecto CFC (Cristiano-Florentino-Cajamadrid), que no destruye la capa de ozono tras pagar 96 millones de euros por el portugués, pero sí la sensibilidad del ciudadano y de las empresas inmersas en la crisis económica. Y encima, vende menos camisetas que Beckham. Intolerable. A todo esto, el precio pagado por Chygrynskiy tampoco fueron tres denarios, así que ahora toca ración de austeridad sazonada con ciertas dosis de frugalidad.

Por el efecto CFC, también se cubrió de oro a Messi, por si acaso desde Madrid venía otro arrebato y se pagaba la cláusula del pibe. Y hablando del metal dorado, un Onze de Oro que se lleva el argentino, dejando en la cuneta a CFC y demás destructores de capas. Todavía le quedan por recibir algunos premios más, y por supuesto, el Balón de Oro. Y es que aunque el ozono esté por las nubes, el oro sigue cotizando al alza.

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