Messi finiquita un partido loco en Riazor

El FC Barcelona sufrió más de la cuenta ante el Deportivo para obtener una victoria que parecía encarrilada, tras ir ganando por 0-3 a los 18 minutos de partido. Tuvo que ser el genio de Rosario, el número uno mundial, Don Leo Messi, el que con un nuevo hat-trick (y ya van 17), se trajese los tres puntos para la Ciudad Condal.

El partido fue trepidante, ya al minuto 3 Jordi Alba batió por bajo a Aranzubia, tras perfecto pase de tiralíneas de Fàbregas. Aumentó la cuenta Tello en el 7, que de doble regate y derechazo certero anotaba el segundo. Y no se habían cumplido 20 minutos cuando Messi desde la frontal marcaba, tras un preciosista taconazo de un portentoso Cesc.

Parecía la sentencia, pero surgió un elemento perturbador, el nefasto árbitro Paradas Romero, que pitó un penalti inexistente de Mascherano a Ricki, el delantero deportivista fue el menos deportivo de la noche, simuló esta pena máxima, y en la segunda mitad, forzó la expulsión del propio “Jefecito”, actuando como que le habían partido la cara, cuando el argentino ni le había rozado. Valdés, desafortunado toda la noche, no pudo detener el lanzamiento de Pizzi, pero es que unos minutos después, cantaba en un disparo de Bergantiños. El 2-3 reabría el encuentro, pero una magistral asistencia entre líneas de Cesc, que sobrepasaba a cuatro defensas, dejaba solo a Messi, para que este anotase el cuarto de disparo cruzado con la diestra. El "4" de Arenys dio un recital en la primera mitad y con el 2-4 se llegó al descanso.

En la reanudación el choque siguió movidito. Pizzi de falta se la colaba por la escuadra a Víctor, que pudo hacer algo más, 3-4 y volvió el sufrimiento culé, que se acentuó con la mencionada roja a Masche. Quedaba media hora larga de angustia. Vilanova movió sus piezas, y entraron Adriano, Pedro y Xavi, de forma consecutiva. El Barça consiguió mantener a raya a los de Oltra con fútbol control. Hasta que Messi apareció de nuevo, quería el triple para llevarse el balón y dedicarlo por su inminente paternidad, arrancó desde la medular y en una de sus jugadas “maradonianas” se fue de todos y la cruzó ante el portero de tiro seco. La ansiedad parecía aplacada, pero solo momentáneamente, pues un centro sin mucho peligro, lo enviaba Alba a las mallas de Valdés de impecable vaselina. Los últimos cinco minutos fueron de acoso blanquiazul, pero el electrónico ya no se movió y el Barça se llevó un sufrido triunfo, con un resultado de otros tiempos, en un partido muy, pero que muy loco.