¡Ojo al clásico!¡Ojazo a Teixeira!

Esta noche el FC Barcelona defiende en el Camp Nou la ventaja que obtuvo en el Bernabéu, donde ganó al Madrid por 2-1, en los cuartos de final de la Copa. Y decimos “defiende”, en dos acepciones desvinculadas del fútbol de los azulgranas, en primer lugar porque no defienden explícitamente, lo hacen, sí, pero atacando constantemente; y de otra parte también tendrán que defenderse de la violencia extrema que practican los de Mourinho cada vez que se enfrentan al Barça.

El resultado que se trajeron los muchachos de Guardiola es muy favorable, pero en el torneo del KO no te puedes dormir en los laureles, si no que se lo pregunten al Espanyol que cayó ayer eliminado ante el Mirandés, un equipo de 2ª B, que lleva fulminados a tres “primeras”. Y menos se puede uno confiar, cuando enfrente está un equipazo como el Madrid, y todavía menos, cuando el árbitro de la contienda se apellida Teixeira Vitienes, el colegiado con el que el Barça ha perdido sus dos últimos partidos en liga (Real Sociedad, la temporada pasada, y Getafe, en la presente), con el agravante de que en ambos encuentros, anuló dos goles legales, uno de Milito y otro de Messi. Preocupan y mucho las cinco rojas que ha mostrado a jugadores culés. Claro que tampoco se puede cargar exclusivamente contra él, puesto que hace una semana, Muñiz Fernández, dejó que acabaran el partido: Pepe, Carvalho y Xabi Alonso, después de todo un muestrario de patadas y pisotones, propinados por estos tres sujetos.

La alineación de los blancos es una incógnita, dependerá de la ventolera que le dé a su técnico, que sigue sin dar con la tecla para frenar el avasallador juego de los barcelonistas. El once de Pep seguramente será el mismo que disputó la ida, para ello, Puyol, Xavi y Cesc, descansaron en Málaga. Entre otras cosas porque anda con lo justo, tras las lesiones de Afellay, Villa y Fontàs, con Keita en la Copa de África y tras la venta de Maxwell al PSG, pero tienen al mejor jugador del mundo, el triple Balón de Oro, Leo Messi. Esperamos que el clásico transcurra por los cauces de la normalidad y que los entrenadores no sean los protagonistas, que lo sean los futbolistas, los auténticos garantes del espectáculo.