Tirando de épica en La Catedral

Un gran FC Barcelona, con la suerte en contra, tiró de orgullo y de épica para arrancar un valioso punto de San Mamés bajo un tremendo diluvio. Un correoso Athletic Club le disputó el partido al Barça a cara de perro, sin concesiones, ni especulaciones. Fue una lucha de poder a poder, como en los viejos tiempos. De tú a tú. Un duelo de titanes. Un partidazo con mayúsculas.

Guardiola dispuso un once sin cabida para imberbes. En este desafío de hombres, Cuenca lo vio desde la grada y Thiaginho se quedó en el banquillo. Era la hora de los veteranos y de los jefes. Paradójicamente fue “el jefecito” Mascherano el que acumuló todo el infortunio junto. En el primer tanto se resbaló cuando salió a tapar una internada por el carril de Alves. Y en el segundo concedió un saque de esquina desde la medular cuando trataba de ceder la pelota a Valdés. El colmo fue que, a la salida este córner, Piqué introdujo el balón en su portería.

Los azulgranas salieron al pesado césped con todos los peloteros: Xavi, Iniesta y Cesc, a los cuales Pep había reservado para el evento. Lamentablemente la copiosa lluvia y los charcos que se formaron con el transcurso de los minutos no fueron los mejores aliados. Ello no impidió que Fàbregas fuese el mejor de la noche. Aún así los catalanes trataban de iniciar la jugada trenzada desde atrás. Lo mismo hacían los de Bielsa, pero con menos pericia. El gol de Ander Herrera, por el ángulo largo, enardecía a La Catedral y cortaba la racha de imbatibilidad de Valdés, tras 896 minutos. No tardó ni cinco minutos en responder el 4 de Arenys, que de perfecto cabezazo batía a Iraizoz, tras medido centro de Abidal.

Con las tablas en el luminoso se llegó al descanso, los visitantes habían ganado a los puntos, pero los rojiblancos les habían superado en pundonor. En la reanudación el terreno encharcado ya no permitió las triangulaciones, ni mucho menos las florituras culés. El arquitecto Xavi y el obrero Adriano dejaron paso a Alexis y a Villa en busca de más mordiente arriba. La fatalidad parecía perseguir a los blaugranas en esa jugada tonta, los leones tomaban un ventaja que parecía definitiva. Pero faltaba la irrupción del mejor futbolista del planeta. Leo Messi aprovechó un mal entendimiento entre la zaga rival y cruzó el esférico al fondo de las mallas para conseguir un punto de oro en el minuto 91. El 2-2 final hacía justicia a los merecimientos de unos y de otros.