LA FINAL FOUR AL LIMBO, DESDE EL INFIERNO

Cayó el Regal Barça de nuevo, por tercera vez, contra el Panathinaikos. Cayó de le peor manera posible, desdibujado, sin dar sensación de poder con los helenos, una tragedia griega en toda la extensión sofocliana. Si pierdes tres partidos de forma consecutiva, no mereces estar en Final Four alguna, por mucho que se celebre en el Sant Jordi. Ni para santos estaba la cosa.

El OAKA fue más infierno que nunca, encendieron bengalas, tiraron objetos, arrojaron agua a los periodistas, amenazaron a los rivales. Todo ello apocó a los azulgranas y su nefasto partido los condenó al limbo de ver en Barcelona a los cuatro finalistas del viejo continente.

Quizás no sea este el momento para cargar contra nadie, quizás sea tiempo de lamerse las heridas, pero lo que es cierto es que los de Xavi Pascual en esta eliminatoria han mostrado una impotencia tremenda, con un grado de desacierto notable y con una carencia de ideas desconocidas hasta la fecha. En el segundo y tercer encuentro podrían haberse dado otros resultados, con árbitros más neutrales, pero en el último ni con eso.

Se ha buscado demasiado a Navarro como único referente ofensivo, pero su irregularidad en la serie ha sido alarmante. Los tres bases no han servido como referencia en ningún momento, la circulación fue horrible, especial mención para la dispersión de Ricky, que a día de hoy no es el jugador NBA que asombraba a los ojeadores. En estos trances, siempre nos acordamos de los que no están, la ausencia de Pete Mickael ha pesado más de lo que parece, a buen seguro en alguno de estos encuentros se habría echado el equipo a la espalda, y con su físico otro gallo habría cantado. O no, nunca se sabe. Lo que sí se conoce es que de una final con tres equipos españoles, ya sólo habrá uno. Una lástima.