miércoles, 23 de septiembre de 2009

Un rondo “de miedo” en El Sardinero.

Pero un rondo de noventa minutos. Impactante y terrorífico. Con una autoridad incontestable el Fútbol Club Barcelona doblegó al timorato Racing en su propio estadio.


Los cántabros no sabían si presionar más arriba, si atacar, si defender. Fue un quiero y no puedo. Con el 0-3 campeando en el marcador, se encomendaron a todos los santos y por primera vez, vi miedo en unos jugadores. Nada del tan manido “respeto”. Miedo. Un miedo al ridículo. Al que dirán. Al que me hagan un siete. Un miedo atroz que llegaba hasta el tuétano. Hasta el público enmudeció y sus caras reflejaban pavor. Viendo los regates de Messi, los taconazos de Ibra, los pases de Xavi, el Fútbol Arte, en definitiva, no sabían si aplaudir al rival o pitar a su equipo.

Con unos sobrados y otros barridos, mediada la segunda parte, Piqué le dijo al árbitro que el balón estaba pinchado, sólo algún jugador azulgrana podía notarlo, los del Santander no tocaron el balón, imposible que se diesen cuenta. No se me ocurre mejor manera de ver buen fútbol, que lo que hicieron los norteños, vieron en primera fila y sin pagar entrada el show de Messi y compañía para el 1-4 definitivo. Todo un lujo en los tiempos que vivimos.

Al Barça le pasa igual que a los santanderinos ayer, no le queda otra que rezar, pero en su caso para que no se lesione nadie: ni Messi, ni Ibra, ni Xavi, ni Iniesta, ... porque si estos cracks no se dañan, hoy por hoy, no hay rival que se pueda poner a su altura.

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