La suerte es la excusa de los cobardes

Alegaba Mourinho en su defensa, tras una nueva debacle ante su afición y contra el innombrable (para él) FC Barcelona, que los azulgranas ganaron por la suerte. Apelar a esta siempre ha sido la excusa de los pusilánimes, la justificación fácil de los perdedores, el escudo de los conformistas. Y el portugués, cobarde contra el Barça lo ha sido siempre, perdedor y cagón se hace cada duelo que le enfrenta a Guardiola y cada vez se conforma con menos, pues volvió a sacar a relucir su Copa del Rey.

¿Que hubo suerte en el gol de Xavi que desvía Marcelo? Claro. ¿Y no la hubo en el tanto del Madrid? ¿Ahí no? A los 22 segundos de partido tenemos un mal golpeo del portero que mejor juega con los pies, tenemos un primer tiro que rebota en Busquets, y le vuelve a otro jugador merengue, que le vuelve a pegar al de Badía y le cae de casualidad a Benzema, que sólo ante el portero la da con la tibia y entra llorando, porque aún Valdés la roza con los dedos. Eso no fue la diosa fortuna. Nada, fue un jugadón preparado a conciencia por el mago de la estrategia, don José.

También debe ser suerte el que el mejor jugador del mundo, Leo Messi, tras ese contratiempo, se eche el equipo a la espalda y regatee defensas blancos como si fuesen columnas jónicas, mientras tu estrella se esconda y parezca un jugador de regional preferente. Suerte que Iniesta sea un crack mundial y desnude tus miserias en tu propia casa. Como lo es que los dos fichajes culés, Alexis y Cesc te marquen dos golazos de bandera, mientras nos seguimos preguntando quién carajo son Sahin y Altintop, y qué hace Coentrao con la cintura rota y tirado por los suelos cada vez que le encara Don Andrés. Y el colmo de las suertes es disponer del mejor entrenador del momento, un Guardiola que sabe cómo actuar con diligencia y competencia, mientras otros se dedican a protestar al árbitro, arengar al público y llorar en la sala de prensa, donde en su pobre defensa esgrimen la suerte, la perfecta excusa de los cobardes.