El Barça se exhibe en la casa del Madrid

El FC Barcelona volvió a humillar al Madrid en su propio estadio, lo derrotó por un contundente 1-3, y pareció que no quiso hacer más sangre, pues contemporizó en la última media hora. Le bastó para arrollar al equipo de un Mourinho que revive su peor pesadilla cada vez que se enfrenta al mejor equipo del planeta, aunque el portugués se empeñe en hablar de "la suerte". Pero ya se sabe, no hay mayor ciego que el que no quiere ver, y en eso el técnico luso es como un murciélago con gafas de sol.

El Barça es como una inyección para el Madrid, sabe que sólo dolerá el pinchazo pero luego el líquido va entrando poco a poco, sin causar molestias. Posteriormente los blancos ya no sienten dolor, ya saben que está actuando la medicina culé. Quedan como adormecidos, obnubilados por el juego blaugrana, permanecen atónitos ante la hipnosis de fútbol a la que son sometidos. Parecen peleles deambulando por la noche sobre tejados de pizarra.

Ni con el regalo que les hizo Valdés al medio minuto de partido, y que aprovechó Benzema para adelantar a los madrileños en el electrónico, les bastó. Pareció que el Barça es tan autoritario, que se puede permitir el darte ventaja en la salida, luego te va a coger y a superar indefectiblemente. Y así sucedió. Pep que había dispuesto línea defensiva de cuatro, pasó a tres zagueros, adelantando a Alves al extremo derecho. Messi empezó a tomar el mando, en un típico eslálom rosarino de videoteca relegó a cuatro rivales y asistió al hueco, para que Alexis la cruzara ante Casillas. Con el empate se llegaba al descanso, el miedo ya se había apoderado de la soberbia, la victoria pugilística a los puntos ya era azul y grana.

En la reanudación el decorado no cambió, el rodillo catalán aplastaba y minimizaba a los merengues. Iniesta impuso su excelsa categoría ante los burgueses capitalinos. A su lado Cristiano y Özil parecían jugadores de regional preferente. Con el acoso y derribo, llegó el gol de Xavi, tras disparo desde la frontal que desvió el displicente Marcelo. Pero el Barça buscaba la vía del cloroformo y la localizó, una internada por banda de Alves, con centro roscado y precisión quirúrgica, la remataba Cesc, de impecable testarazo al fondo de la red. Lapidario remate que enmudeció toda la Castellana.

El Pep Team fue muy superior al Madrid de Mou, y agranda su leyenda inexorablemente, incluso cuando su gran enemigo viene crecido y le planta cara, va y se la parte. Es indiferente que juegue con sus mejores figuras de cartón-piedra, con sus pétreos guerreros y en su propia fortaleza. Este gran Barça es indomable y colosal, por algo es el mejor equipo de la historia.