Con mucha autoridad se impuso el Paris Saint-Germain al FC Barcelona en el Camp Nou. El 1-4 final demostró que los franceses están, a día de hoy, un peldaño por encima de los azulgranas, y eso que Neymar estuvo ausente por lesión. Se echaron de menos muchas cosas por parte de los locales: intensidad, control, defensa, clase, fútbol, y un largo etcétera. Un conjunto que venía haciendo buenos partidos, tomando el pulso a la competición, con un once tipo, sabiendo a qué jugar, se dio de bruces con la realidad, y esta no es otra que el Barça lleva varias temporadas sin poder competir con la clase media-alta de la Champions.
Habrá culés que se acordarán de la dupla Xavi-Iniesta, pero uno particularmente echó en falta a Dani Alves. Un carrilero de largo recorrido, que lo mismo centraba desde la línea de fondo que defendía en su propio córner. Contra los parisinos estaba Sergiño Dest, que lo único que tiene de brasileño es el nombre. El lateral no pasó del medio campo, así que no dio profundidad en absoluto, y tampoco pudo con su par, el omnipresente Mbappé le pasó por encima. El próximo rey del fútbol dejó su tarjeta de visita en el Estadi, un hat-trick al alcance de los elegidos. Volvía Piqué, tras su larga lesión, pero no pudo echarle un capote a Dest, ya que el “9” galo aparecía por todas partes.
Todos y cada uno de los jugadores de Koeman se hicieron pequeños ante el PSG. Nadie dio un paso al frente, ni tan siquiera Messi, en el fue, posiblemente su último partido en el Camp Nou, que se tuvo que conformar con inaugurar el marcador de penalti. Luego llegaría la debacle. Cuatro goles encajados a cual más sangrante. Tres de Kylian y uno de Kean de cabeza. Roma, Liverpool, Bayern y ahora PSG, era como echar sal en las tres heridas mortales. El agravante diferencial en este caso es que la goleada se produjo en el feudo propio. Pero a nadie le puede sorprender en exceso, este Barça no acaba de regenerarse, todo está prendido con alfileres. Los defensas no defienden, los delanteros no atacan y los mediocampistas son una sombra de la mejor medular de la historia. Y con todo ello prosigue la travesía del desierto. Se vislumbra otra temporada en blanco.
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