El FC Barcelona empató a uno con el Cádiz, alejándose un poco más del título liguero. Los gaditanos volvieron a amargar a los azulgranas, si ya en la primera vuelta los derrotaron en el Carranza, ahora les dieron otra bofetada, esta vez injusta, cuando en los minutos postreros marcaron de penalti, o más bien penaltito. Y hablamos de injusticia, porque los visitantes solo tiraron a puerta una vez en todo el partido, y fue precisamente esa, el disparo desde los once metros que convirtió Álex Fernández. Estas cosas pasan cuando no se cierran los partidos. El Barça fue mejor, y muy superior, mereciendo claramente la victoria, pero cuando se perdona…
Tampoco es normal que un equipo llegue más de una veintena de veces a la portería rival, creando muchas ocasiones de peligro, y que solo materialice un gol, pero cuando las cosas no salen, no salen. Cuando no se tiene el año no se tiene. El único tanto culé, por cierto, vino también de pena máxima, cometida sobre Pedri, que transformó en gol Messi, inaugurando así el electrónico a la media hora de juego. Koeman dispuso el once de gala, pero se topó con un rival que puso dos autobuses bajo los palos. Horripilante lo que mostraron los pupilos de Álvaro Cervera sobre el césped del Camp Nou, de vergüenza ajena. Pero supieron jugar sus bazas, ultradefensivas sí, pero sus armas al fin y al cabo.
El Cádiz no pasó del medio campo, ni lo intentaba. Ni tan siquiera con el marcador en contra. Si adelantaron líneas tras la reanudación casi ni se notó. Los aficionados locales se comían las uñas viendo la cantidad de ocasiones falladas, sufriendo al no llegar el tanto de la tranquilidad. Griezmann erró la ocasión más nítida, pero eso ya no sorprende ni a propios ni a extraños. El monólogo blaugrana no garantizaba el triunfo, y así fue. Una patada al aire de Lenglet y un delantero amarillo, que recibió un roce entre botas y se tiró como se le hubiesen roto el pie por dos partes, fue el adelanto de cómo se escaparían dos puntos del Estadi, que si sumas a los tres que se dejó en el Carranza… ¡puf! Mejor no pensarlo, y es que este Barça no es de recibo.
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