El Barça vuelve a estrellarse contra el muro

El FC Barcelona cayó inmerecidamente ante un ultraconservador Chelsea en las semifinales de la Champions. El fútbol fue ingrato con un equipo que trató de honrar al deporte rey, pero que no fue capaz de derrotar a unos aguerridos londinenses, que plantaron dos autobuses en su área pequeña. Cuatro postes en 180 minutos son demasiados infortunios como para no creer en la suerte, adversa para los azulgranas en toda una eliminatoria en la que fueron infinitamente superiores a los blues.

La falta de acierto cara a puerta de los de Guardiola, contrastó con la efectividad mayúscula de sus rivales, que tiraron tres veces a la portería de Valdés y anotaron tres goles. Todos ellos casualmente en las prolongaciones de los tiempos reglamentarios. Todos ellos mazazos de difícil recuperación.

Y lo cierto es que todo parecía ponerse de cara para el Barça, un Camp Nou volcado con los suyos, agitando 60.000 banderolas, un 2-0 que tomaba de ventaja, tras los goles de Busquets e Iniesta, la expulsión de Terry por agredir a Alexis,… pero no fue suficiente. Un tanto en el 46, de perfecta vaselina, de Ramires, dejaba al equipo más tocado de lo que en un principio podía parecer.

Quedaba toda la segunda parte para solventar el pase a la final de Múnich, había tiempo para levantarse. Incluso un penalti sobre Cesc a los tres minutos de la reanudación auguraba un plácido segundo acto, pero nada más lejos de la realidad, el fallo de Messi, que se topó con el larguero, acabó por hundir a un conjunto más frágil de lo que preveíamos. Un disparo al poste de Leo fue poco bagaje para los más de 40 minutos restantes. El gol de Torres, en el último suspiro, certificaba la cruel eliminación. El Estadi arropó a los suyos con cánticos y aplausos, agradeciendo el esfuerzo y la entrega, y sintiéndose orgullosos del mejor equipo de la historia del fútbol.