Acudía el FC Barcelona con siete bajas (sin el capitán Rapinha, sin el goleador Lewandowski, sin el entrenador,...) a la cita del clásico en el Bernabéu, y salió trasquilado, con una derrota por 2-1 contra un Madrid de medio pelo. La victoria por la mínima de los locales fue justa puesto que los azulgranas no dieron la talla y no merecieron puntuar. Los de Flick no están en su mejor momento, lo venimos diciendo desde hace un mes. Ni contra el PSG, ni contra el Sevilla, ni contra el Girona, ni mucho menos contra el Madrid, han sido capaces de igualar la intensidad y el fútbol que mostraron la temporada pasada. Bien es cierto que el Barça se presentó en la capital con poca pólvora en la delantera, y con Ferrán Torres y Lamine Yamal recién salidos de sus respectivas lesiones, y esto da pie a pensar que si los merengues con todas sus estrellas disponibles sólo ha podido ganar por la mínima a este Barça, tan cogido con alfileres, hay mucho margen de mejora para los culés. Esta sería la visión optimista.
Dicho lo cual, el Barça no pudo inquietar demasiado al eterno rival y eso que se mantuvo en el duelo hasta los minutos finales, ya aque un gol lo puede hacer cualquiera, un rebote, un rechace, un córner,... Pero estaba claro que no era el día del FC Barcelona. Como tampoco lo era el de Soto Grado, un árbitro pésimo donde los haya, que ya ha perjudicado en varias ocasiones a los azulgranas, aquí quiso hacerlo desde el inicio, cuando en el minuto uno pitó un penalti a favor de Vinicius, cuando fue el brasileño el que le pegó una patada a Lamine Yamal y se tiró, que es lo mejor que sabe hacer este futbolista, lanzarse a la piscina.
Lamine Yamal estuvo de suspenso todo el partido, quizás por la presión que se había metido él mismo en la previa. Y ante un Barça sin mordiente el Madrid empujaba y achuchaba. El gol de Mbappé se veía venir, y pudieron ser más pero los fueras de juego volvían a castigar a los locales. Empató Fermín en la única jugada trenzada de los visitantes. Pero fue un espejismo, porque al rato Bellingham recogía un balón muerto en la línea de gol para anotar el 2-1. En la segunda parte ya no se movería el marcador. Szczeszny, el mejor de los suyos, detuvo un penalti a Mbappé, y a partir de ahí el panorama para los barcelonistas fue desolador, corría el minuto 70, iban perdiendo y no había nadie en el banquillo para revolucionar el partido. Aunque también fue un poco vergonzante para todo un Madrid, tener que quitar a todas tus estrellas -Mbappé, Vinicius, y Bellingham- cuando ganas por la mínima y juegas en tu estadio. Un despropósito, pero tampoco es que los de Xabi Alonso jueguen a nada, y tres puntos frente a un Barça que te machacó con cuatro derrotas dolorosas el año pasado, pues eso, que se vio a un Madrid pobre y conformista. Eso sí, más líder en la liga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario