Debutaba
el FC Barcelona en esta nueva Champions League, y lo hacía en un
campo difícil, frente a un Newcastle, que fue de los mejores de la Premier
la pasada campaña, obteniendo el “premier” de su clasificación para la
máxima competición continental. No he estado en La Bombonera de Boca Juniors, pero
este estadio de St. James Park debe ser algo semejante, un griterío enorme, una
afición volcada con su equipo y celebraciones de saques de banda como si de un
título se tratase. El Barça supo capear todo ese temporal, y hacer un ejercicio
de contención en los primeros minutos, para luego dar una soberbia lección de fútbol,
y de control de los tempos del partido. Muy meritorio el trabajo de los de Flick
en esos compases iniciales, con una zaga muy contundente y un Joan García en
plan salvavidas.
Marcus
Rashford, que a la
postre sería el crack y el MVP del duelo, ya empezó a demostrar sus
dotes, con una cabalgada a la contra que metió el miedo en el cuerpo a las
urracas. El jugador, cedido por el United, está teniendo minutos por la lesión
de Lamine Yamal, ya iba dando muestras de sus hechuras futbolísticas, explotando
en Newcastle: partidazo del inglés y dos golazos. El primero a la hora de juego
cuando remató de contundente cabezazo un centro de Koundé, y 9 minutos después
soltaba un latigazo desde la frontal que se coló por la escuadra de Pope.
Dos goles plagados de talento, que sirvieron al Barça para controla el duelo
hasta el final, por obra y gracia de Pedri y Frenkie de Jong, que
volvieron locos a los blanquinegros, con toque y más toque, fútbol control y un
tiqui-taca que marea al más pintado.
Los
locales intentaron agitar el avispero con cuatro cambios de una tacada, incluido
su fichaje estrella, el delantero Nick Woltemade, un gigantón de casi 2
metros y con un costo de 90 millones de euros, que limitó su aportación a
comerse un plátano en la primera parte, un zumo de naranja en la segunda y una
bebida isotónica cuando iba a entrar al campo. El que puso la pimienta en el
marcador fue Gordon que acortó distancias en el 90, pero el Newcastle ya
había sido exprimido como el zumo de Woltemade, y en los 7 minutos de
prolongación no hizo sino perseguir sombras. La victoria y los tres puntos
volaban para la ciudad condal.

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