Todo lo que podía salir mal salió mal, y el FC Barcelona que jugaba solo en este partido aplazado, sin presión alguna, y con el objetivo de iniciar un ficiticio recorte de puntos al Madrid, tiró todo por la borda, cayendo en el Camp Nou ante un Rayo Vallecano más consistente, más firme, y que hizo valer el solitario y tempranero tanto de Álvaro García para llevarse los tres puntos del Estadi, ante el asombro y la displicencia del respetable, que a estas alturas de campeonato, ya si le pinchas ni sangra.
El Barça perdió ante un equipo que no sabía lo que era la victoria en tres meses y medio del 2022. Un conjunto, el madrileño, que le ha derrotado en los dos partidos de este curso, un equipo que solo había ganado una vez en su historia en el templo azulgrana. Y es que los de Xavi han pasado del subidón del 0-4, endiñado al Madrid en el Bernabéu, a no ganar ni a los de la parte baja de la tabla. Es una circunstancia fuera de lo normal. En esta ocasión un tanto, precedido de una gran asistencia de Isi, en los compases iniciales les valió a los visitantes para sacar los tres puntos y asegurar la permanencia. La jugada volvió a mostrar las carencias de concentración de los locales.
Tampoco se le puede culpar al entrenador, no hizo experimentos con gaseosa, era un once fiable, con la única ausencia de Piqué por lesión. Pero la presión alta de los de Iraola complico la salida desde atrás de los culés y todo se emborronó. El Barça era muy previsible y no ponía en aprietos a su rival. Un clarísimo penalti sobre Gavi no lo sancionó el colegiado, pero aún con eso las miserias del Barcelona habían quedado al descubierto. Ya las confirmaron: Eintracht de Frankfurt y Cádiz, y ahora las certificó el Rayo. Ni el cuarto de hora de alargue sirvió para que el Barça empatase, lo pudo hacer Dembélé, pero Dimitrievski fue un muro todo el encuentro. Inclusive pudo ser peor, ya que Catena la mandó al palo en este tiempo añadido. Habría sido la crucifixión de este Barcelona sin gol, en caída libre y sin fe.
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