El Eintracht de Frankfurt le pegó un repaso de padre muy señor mío a un Fútbol Club Barcelona, al que aún le queda mucho para regresar a lo que fue y reverdecer viejos laureles. Los germanos ya aplastaron a los culés antes de empezar el partido, con una invasión de aficionados que ni el propio club se imaginaba, dejando a la directiva a la altura del betún, y que hizo parecer al Camp Nou como si fuese Mallorca, todo petado de alemanes. Los de Xavi vieron frenada su enorme progresión, si bien ya habían empezado a decaer un par de semanas atrás.
El 2-3 final no se ajusta a lo visto en el partido, ya que los teutones fueron bastante superiores, se adelantaron por 0-3, y los locales tan solo consiguieron maquillar el resultado en los minutos postreros, véase minuto 90: Busquets; minuto 101: Memphis Depay. El Eintracht volvió a repetir el mismo discurso que anuló al Barcelona en la ida, con un ritmo endiablado, presión alta y contras vertiginosas que desarbolaban constantemente a los azulgranas.
Kostic, por dos veces, y Borré dejaron mudo al Estadi con sus tres goles. Mudo es una forma de hablar, porque los veinte mil aficionados venidos de Frankfurt enloquecían con cada gol de los suyos. Luuk de Jong había sido la salvación en algunos encuentros recientes, pero era mucho pedirle al holandés que resolviese un 0-3 en contra. Y máxime con media hora tan solo por delante. El Barça ya solo pudo minimizar daños y dejar un semidecoroso 2-3 final, que encumbra al Eintracht a la semifinales de la Europa League, y deja al Barcelona en la cuneta, por segunda vez en Europa en una misma temporada.
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