miércoles, 12 de enero de 2022

El Madrid supera a un buen Barça en la Supercopa

 

El FC Barcelona cayó con grandeza ante el Madrid (2-3) en las semifinales de la Supercopa de España. El Clásico, disputado en Riad, hizo honor a su nombre y deparó un partidazo. Los azulgranas llevaron a los madrileños al límite, igualando dos veces la contienda y sucumbiendo en una prórroga en la que los de Xavi llegaron más castigados de gemelos. Los blancos jugaron un partido de perfil bajo, sin brillo alguno y fiándolo todo a las contras, como si de un equipo pequeño se tratase. Lo que le diferenció de uno de estos fue la calidad de sus delanteros y sus certeras definiciones en los tiros a puerta.




Modric, con su inmenso criterio, lideró a los merengues hacia una final que pudo haber merecido su eterno rival. Se la quitó a un Barça que por fin ofreció una gran imagen, compitiendo de poder a poder, en la que a la postre le faltó el premio. Los de Ancelotti siguen subidos en la ola de la victoria, y aunque los culés han recortado notablemente las distancias, aún les falta el antídoto para esas contras vertiginosas que hacen languidecer su magnífico trabajo durante 120 minutos. Abrió el marcador Vinicius en una pérdida de Busquets en la medular. Empató Luuk de Jong al filo del descanso. A día de hoy, quién lo iba a decir, el De Jong bueno es Luuk. 

Tras la reanudación con el baile de cambios de Xavi mejoró el decorado para los catalanes, con dominio, control y un Dembélé causando estragos por el extremo izquierdo. A pesar de ello volvió a anotar el Madrid, con una pelota que se encontró Benzema a bocajarro, tras despeje de Ter Stegen. Con un Ter Stegen de temporadas anteriores, el Barça, a buen seguro, estaría en la final. Xavi tocó rebato, puso todos los atacantes posibles y dejó línea de tres en defensa. Volvió Ansu Fati, tras su lesión, y regresó su idilio con el gol. Tanto de cabeza, emergiendo entre las torres blancas, tras centro venenoso de Jordi Alba. El encuentro pudo sentenciarlo Dembélé, pero Courtois sí paró lo suyo. En la prórroga el Barcelona no contemporizó, jugaba con tres defensas y siguió atacando con vehemencia. Y sin red. Otra contra pilló en paños menores a la zaga, Piqué y Araujo, exhaustos, no pudieron detener a cinco madridistas ávidos de gol, Valverde apuntillaba a un Barça que ya no tenía piernas ni frescura, y caía con dignidad.

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