sábado, 8 de enero de 2022

El Barça de Xavi también desespera

 

El FC Barcelona es la desesperación personificada. Es indiferente el entrenador que lo dirija. Con Koeman, con Sergi, con Xavi, con los tres ha dejado escapar la victoria en los instantes postreros. Luego ya no es problema del que se sienta en el banquillo, es asunto de la desgobernanza y la bisoñez en la zaga. No saben defender un resultado, ni con garra, ni con la posesión, ni con pelotazos a la grada,… de ninguna manera. Ni tan siquiera es un atenuante el jugar con uno menos… ¡diantre!¡que son 10 minutos con uno menos!¡defiende los tres puntos con uñas y dientes! Es igual. No hay manera.



Contra el Granada en Los Cármenes se volvió a representar el enésimo episodio de la endeblez azulgrana. El caso es que en proyección ofensiva y mejora sustancial de la presión se ha mejorado con Xavi, pero tampoco da para tirar cohetes, puesto que a los culés les cuesta en exceso acercarse a la meta rival. Con el renacido Luuk de Jong se ha abierto una nueva vía ofensiva: los balones al área. El neerlandés envió al fondo de las mallas la primera pelota que le llegó llovida del cielo, pero el VAR lo anuló por una de esas chorradas de fuera de juego de hacía un cuarto de hora y además de otros jugadores, que no se ve claro ni tirando líneas. Surrealista. Pero el bueno de Luuk marcó en posición correcta.

Los locales no mostraron nada especial, aunque parecieron un conjunto más hecho que el rival anterior, el Mallorca. El 0-0 al descanso no era injusto, pero el Barça merecía algo más, aunque solo fuese por sensaciones. Y así lo hizo valer el propio De Jong,-como aseverando que aquí Morata no pinta nada-, al enchufar un cabezazo tras preciso centro de Dani Alves desde la derecha, como en los viejos tiempos. El lateral brasileño mostró un correcto tono en su redebut blaugrana a los 38 años. Desde los extremos Dembélé y Jutglá no tenían su mejor tarde, pero menos aún el impulsivo Gavi, que vio dos amarillas y el camino de los vestuarios antes de tiempo. Con ello los granadinos se crecieron en la busca de la igualada. La consiguieron en un córner mal defendido por el Barcelona en el 89. Otra vez los catalanes nadaban para morir en la orilla. En cierto modo comprensible cuando tus mejores jugadores son un casicuarentón y un descarte del Sevilla.

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