domingo, 27 de enero de 2019

Casi se ve un displicente Barça en Miami


Horrible partido el disputado por el FC Barcelona en Montilivi. Sí, ese Girona-Barça que el ínclito presidente de La Liga, Tebas, quería que se jugase en Miami. Los azulgranas no dieron una a derechas en toda la tarde. Nunca le ha sentado bien al Barça jugar después de comer, pero es que hoy fue un equipo pequeño, sin motivación, sin juego trenzado, sin chispa, sin control del tempo de partido, con numerosas pérdidas, con un Coutinho pésimo,… y lo más grave es que los de Eusebio fueron superiores cuando jugaron con once y también con diez.


Y es que este partido era el prioritario, pues Valverde venía de reservar en Copa a Messi y unas cuantas vacas sagradas más. Ni por esas se vislumbró un conjunto con frescura. Sí se apreció en los gerundenses, que venían de un sobreesfuerzo en el Bernabéu y a pesar de eso y de jugar media hora con uno menos fueron superiores a su rival.
Semedo a los nueve minutos adelantaba a los visitantes tras una jugada embarullada en el área, que lateral portugués resolvía con un zurdazo al fondo de las mallas. Stuani contestó de inmediato, pero Ter Stegen tenía la tarde inspirada. Pons y Granell sustentaban la medular rojiblanca con acierto y los Busquets y compañía sufrían a la hora de sacar el balón jugado. Los culés acabaron pidiendo el descanso, pues el empate se mascaba en el ambiente.
Tras la reanudación una rigurosa segunda amarilla a Bernardo ponía muy cuesta arriba la remontada a los locales. Aún con diez ofrecieron mejores sensaciones que el líder, hasta que en el 69 emergió la conexión Alba-Messi, y el argentino nos dejó una perla al picar el balón ante la salida de Bono. Era la sentencia, el Girona estaba extenuado y el Barça contemporizó. Al recital de fallos de Coutinho se unió Suárez, pero ya era intrascendente, puesto que la victoria no se le iba a escapar al Barcelona.

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