Una
meritoria victoria por la mínima obtuvo en FC Barcelona (1-0) en el
Estadio Olímpico de Montjuic ante un correoso Alavés. A pesar del
solitario tanto del pichichi Lewandowski, calificamos de meritorio un triunfo
tan pírrico ante un equipo en situación provisional de descenso dado el ignominioso
horario del partido liguero: ¡¡las 14:00!! Esto no son horas de jugar al
fútbol, puede valer para tomar el vermut, para comer o inclusive si ya has entrado
en la tercera edad puede ser susceptible de planchar la oreja. Pero nunca,
nunca para hora para disfrutar de un encuentro futbolístico, por mucho que si los
chinos de China, que si mi abuela fuma, … No son horas ni para el espectador ni
para los actores protagonistas, los futbolistas, a los cuales les trastocas
todo su ser. Araújo no sabe si adelantar la línea defensiva o tomar un
mate, y Pedri, más que organizar tiene ganas de pedir una de aceitunas.
Así
que por mucho que el sargento Flick se cuadre y ordene presión asfixiante,
allí lo único que se asfixia es la voz de Casadó diciendo por lo bajini,
que presione tu tía la de Heidelberg. Lamine Yamal fue el único que andaba
despierto y destapo el tarro de las esencias regateando a siete rivales de un
tirón, para recordarnos que no hace tanto teníamos al mejor jugador de la historia,
un tal Messi, y al tiempo, que él mismo está ahí para acercársele, al
menos. La primera parte, falta de ritmo y de todo, solo puede salvarse por los
regates y las filigranas de este muchacho de 17 años que ya maravilla a esa
tierna edad.
Tras
la reanudación cambió el decorado. De nada vale que el día antes haya perdido
el Madrid contra el Espanyol, si no ganas y recortas puntos en la tabla. Así que
fuera piezas conservadoras, tipo Casadó y Araújo, y vamos con más movilidad y salida
de balón, estilo De Jong y Eric García. El impacto en el duelo
fue notorio, el Barça acometía con intensidad y los desequilibrios de Lamine
ahora iban acompañados del virtuosismo de Pedri, y de la movilidad de Fermín
y de Raphinha. Y por fin llegó el gol, la cambia toda Pedri, la empalma
Lamine y la empuja Lewy al fondo de la red. Los locales buscaron el tanto de la
tranquilidad, pero el marcador ya no se movió. Tampoco los vitorianos
inquietaron la meta de un Szczesny, que por fin dejó su portería a cero.
Y la liga se pone al rojo vivo.
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