sábado, 18 de enero de 2025

La bipolaridad del Barça

 El año 2025 había comenzado de forma espectacular para el FC Barcelona. Había derrotado al Athletic Club en la Supercopa, y había humillado y vapuleado al Madrid en la final del mismo torneo. También le fue genial en la Copa del Rey, donde volvió a golear al Betis, pero llegó la liga, en la cual ya había terminado de forma penosa el año 2024, y ahí el transatlántico catalán volvió a encallar. Pinchó de nuevo en el Coliseum del Getafe (1-1), donde no gana desde hace cinco años. Y es que el de Bordalás es un equipo horrible para jugarle, deleznable para estar en Primera División. Si todos los equipos de LaLiga jugasen como el Getafe, con dos autobuses bajo la portería, un servidor dejaba de apoquinar Movistar, ipso facto. Ver un partido de los azulones es como tirar el dinero por el retrete, da igual si lo haces como espectador en el campo o como televidente. Un juego mezquino y patético que empequeñece al deporte rey. Y encima hay que dar gracias porque a ese pack no hay que sumarle aquel "Geta" de las marrullerías, las patadas y el juego bronco de la época del indigno Damián Suárez. 




El Barça no hizo un partido brillante. Solo Pedri se salió del común denominador, y empujó a los suyos con su clase y su desparpajo. El canario fue el que filtró un pase de escándalo a Koundé, para que el francés inaugurase el marcador, en connivencia con David Soria. Los de Flick no pudieron o no supieron franquear el entramado defensivo de los locales y se estrellaron una y otra vez contra la zaga madrileña. El abrir el marcador le venía bien a los visitantes para ver qué proponía el rival, pero un gol de Arambarri, tras fallo defensivo del Barça, les costó el empate. Y así se llegó el descanso.

En el segundo acto fue un quiero y no puedo. Los azulgranas, una y otra vez, se chocaban con sus adversarios, cada vez más pegados a su portero y más replegados. Un gran disparo de De Jong ,que había entrado por Casadó, y un tiro de Raphinha al lateral de la red, fueron las únicas ocasiones de los culés. Eso sí, lo más grave fue el penalti que se comió el árbitro de campo y el del VAR cuando Uche se subió a lomos de Koundé y lo derribó en el área. Pero esa ya es otra historia... que se viene repitiendo desde hace cien años, como diría Simeone.

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