Un
FC Barcelona desastroso y espectacular recurrió a la épica para remontar un
partido de Champions League ante el Benfica, que tuvo perdido dos veces: con el 3-1 y
con el 4-2, para acabar con una remontada histórica, que culminaba Raphinha en
el último segundo con el quinto gol, dejando ese maravilloso 4-5 en el marcador
del Estadio da Luz. Fue un encuentro lleno de emociones, altibajos, penaltis,
goles de churro, tantos en propia meta, etcétera. Y pudo llevárselo cualquiera,
pues con el empate a cuatro, una contra dejó solo a Di María frente a Szczesny,
que repelió el disparo, firmando la única actuación decente que tuvo durante
los 100 minutos que duró el duelo.
Fue
un partido para la historia y para el recuerdo, que empezó fatal para los de
Flick, que perdían cuando no se había cumplido el minuto 2, con gol de Pavlidis.
Otra vez dejaron solo a Koundé contra dos en la derecha y el resultado fue el
mismo que en Getafe. El Barça reaccionó y empato, por medio de un penalti por
pisotón a Balde, que transformó Lewandowski. Los azulgranas dominaban ya a su
rival, cuando una torpeza de Szczesny, que chocó contra Balde, muy, muy lejos
del área, permitió a Pavlidis anotar el segundo tanto. Tocaba remar de nuevo. Szczesny,
que tenía el día tonto, se tiró a por uvas en el área, y el piscinazo de Schjedlderup
lo sancionaba como penalti el penoso árbitro Danny Makkelie. Pavlidis, que es
un tronco de delantero, hacía el único hat-trick que marcará en toda su vida en
Champions. Con ese varapalo de marcador se llegó al descanso.
Faltaba
la locura total del segundo acto. El Barça acogotó a los lisboetas en su área. El
gol culé llegó de la manera más inesperada, pelotazo del portero ucraniano a la
cabeza de Raphinha, que marcó sin querer. Esto metía a los visitantes en el
partido, pero inmediatamente Araujo marcaba en propia meta. Todo era un
despropósito en general. Lamine Yamal recibió un agarroncito en el área y se
cayó de maduro, pero con el engominado Makkelie y su silbato endiablado había
que probar. “Lewy” la colaba por el mismo lado. Tocó arrebato en "Can Barça",
más delanteros y línea defensiva de tres. Pedri, el crack del partido, la ponía
con música a la cabeza de Eric García, que daba el subidón a los suyos con el
4-4, pero faltaba el delirio final, el “Turandot de Puccini”, la magia del
fútbol, esa contra vertiginosa en la que Raphinha tocaba toda la orquesta de
golpe y hacía bailar al lateral y al portero para culminar la noche mítica del
Barcelona en Lisboa. Una victoria in extremis que deja en segunda posición al
Barça, solo por detrás del Liverpool, y con la clasificación matemática para los
octavos de esta nueva Champions de 36 equipos en una misma liguilla.
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