No
pudo, al fin, el FC Barcelona con el Atalanta. Se les atragantó a
los azulgranas el entramado que tejió Gasperini en el Estadio de Montjuic.
Los de Bérgamo (preciosa ciudad bipolar, que todo el mundo debería visitar una
vez en la vida) consiguieron un valioso 2-2, que les evita el cruce con el
City; a la par que impedían que el Barça acabase el primero de los 36
participantes, dejándolo en la segunda plaza, que también vale su peso en oro.
Los
italianos maniataron al Barcelona durante toda la primera mitad, con su peculiar
presión sin presionar demasiado, valga la redundancia, y es que te ahogan, dándote
un metrito de distancia, para que no les regatees, o no rompas líneas, todo
ello asfixiando la salida de balón, hasta tal punto que hubo un momento en el
cual Szczesny tiró el balón a córner, directamente. Así que el duelo era
muy turbio y enmarañado, susceptible de volverse gris-negruzco. Lamine Yamal lo
intentaba desde el extremo derecho, pero no lograba crear un peligro amenazante. Pedri no lograba hacerse con los mandos. Los visitantes además salían a la contra como posesos.
Para
que todo el entramado lombardo cediese un ápice hubo de trenzarse una jugada
milimétrica y vertiginosa, que se inició en la zaga, pasó por Lewandowski,
llegó a Raphinha, que la puso de lujo para que Lamine se deshiciese de
la marca y del portero e inaugurase el electrónico. Los de Flick se asentaron
y dominaron el duelo, hasta que un zapatazo aislado de Ederson, desde la
frontal, igualaba el choque. Araújo materializó el segundo tanto culé, a
la salida de un córner. Cuando los locales se relamían pensando en el liderato
de la Champions, llegó una contra, culminada por Pasalic, que
dejaba el definitivo empate a dos en el marcador. Aunque el trabajazo barcelonista en
esta fase bien podría calificarse de sobresaliente, quedando liberados de dos
partidos y pasando a octavos directamente.