Cayó
el FC Barcelona en El Sadar con cierto estrépito (4-2), y todo debido a
que alguien no le debió comentar a Hansi Flick lo que implica jugar en Pamplona
contra un equipo rocoso como Osasuna. Y debieron de haberle informado, porque
el C.A. Osasuna Rocoso lo es desde hace mucho tiempo, y por tanto no se puede
rotar al tuntún, si se hace hay que hacerlo con más prudencia y cambiando menos
efectivos, con el objetivo de tratar de igualar en intensidad a los locales e
intentar, así, sacar algo positivo de ese estadio complicado. Sí, Hansi, sí,
complicado.
No
es menos cierto que la acumulación de lesionados, y con la carga de partidos,
conviene rotar. Pero una cosa es cambiar un par de jugadores y otra alinear a
un equipo de imberbes con Sergi Domínguez, Gerard Martín, Pau Víctor, Pablo Torre,
etc. Es que Domínguez no era ni titular la temporada pasada en el Barça B. Y
claro, estás lanzando un mensaje muy potente a tu rival, “a por ellos, que este
no el Barça líder invicto, que esto es la unidad C”. Así los azulgranas tocaron
un poco el esférico al principio, pero muy planos y sin profundidad. Ni Ferrán
ni Pau Víctor llegaron a la línea de fondo por sus bandas.
Y
empezaron a llegar el carro de goles. No podemos decir que no se veía venir. Se
vislumbraba a la legua. Budimir y Zaragoza pusieron el 2-0 al descanso. Y
aunque Pau Víctor recortó con un tanto, tras cantada del histriónico portero
Herrera, fue un espejismo, pues los rojillos se sentían como pez en el agua,
con su presión intensa y sus contras. Tras penalti de Domínguez llegó el doblete
de Budimir. Brotones anotó el cuarto con un zapatazo desde la frontal. Y Lamine
redujo diferencias con un golazo por la escuadra. Maquillaje artificial, que no
hizo olvidar la horrenda primera mitad de los culés, pagando así el peaje con la
primera derrota en Liga. Y dolorosa.
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