sábado, 24 de octubre de 2020

Munuera y el VAR roban en casa del Barça

 

Vergonzoso lo vivido en el Camp Nou en el clásico, donde un nefasto árbitro perpetró un atraco a mano armada ante todo el planeta y se quedó tan tranquilo. Cualquiera que haya jugado al fútbol sabe interpretar un agarrón y un piscinazo. Todos menos Munuera Montero, que con alevosía y premeditación, fue al VAR a consultar una jugada en la que lo único que se podía sacar era una risotada viendo al tramposo Sergio Ramos tirarse como un bellaco, como si le hubiesen hecho una llave de judo. Y se puede ir a revisar, no pasa nada, si te lo ha dicho otro caradura como Sánchez Martínez, pero contemplarlo tranquilamente en el monitor, varias veces, ver la farsa de un merengue trapacero que salta como si le han disparado, y sancionar penalti, eso es de juzgado de guardia. Y es que cargarse una liga debería ser susceptible de pena de cárcel, no simplemente de paso por la nevera.




Lo meramente deportivo pierde todo su valor cuando un impresentable ha tirado por la borda el trabajo de todo un equipo. Decir que Koeman, que sigue sin gustarnos, encaró el FC Barcelona-Madrid con osadía o inconsciencia, una de dos. Meter a Pedri por Griezmann y ubicar a Ansu de delantero centro, así lo demuestran. El encuentro devengó un primer acto de ida y vuelta, con demasiadas pérdidas de los azulgranas, con mejor control de los visitantes, y en el que se echó en falta más puntería de cara al marco contrario. Inauguró el electrónico a los cinco minutos Valverde tras brillante pase filtrado por Benzema, e igualó la contienda a los 180 segundos Ansu Fati, tras pase de la muerte de Jordi Alba.


Tras el paso por vestuarios el Barça salió con más intensidad, fue mejor y mereció el gol. Courtois se lo negó a Messi. Y Coutinho cabeceó fuera, cuando lo más fácil era meterla dentro. Y ahí se acabó todo, pues en un córner, se produjo el patético teatro del capitán del Madrid. Que tuvo el comportamiento indigno de simular falta y rastrero al transformar el penalti inventado al alimón por jugador y árbitro. El injusto 1-2 desestabilizó a los locales, que navegaban a contracorriente y luchaban contra doce. Modric sentenció con el definitivo 1-3, cuando el Barça buscaba el empate a la desesperada con más voluntad que acierto.

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