El FC Barcelona y el Manchester
United empataron a dos tantos, en partido de ida de octavos de la Europa
League. Y era esta competición, pero muy tranquilamente podría haber sido
un duelo de Champions, a tenor del momento de forma y la entidad de ambos
contendientes. De hecho si le echamos un vistazo a la máxima competición
continental te encontrarías a un par de rivales, como máximo, de este nivel que
exhiben azulgranas y diablos rojos. También el choque sirvió para ubicarse en
su sitio y que esto no es la liga española, donde el Barça encadena seis triunfos
consecutivos. Cuando hablamos de la Premier, hoy por hoy, son palabras
mayores. Entre otras cosas porque tienen el dinero por castigo y exhiben
músculo económico allá por donde van.
El duelo disputado en el Camp Nou,
con un lleno absoluto, hizo honor a las expectativas. Buen juego, poderío,
goles y emoción hasta el final. Quizás, a los puntos, fue un poco mejor el Man
U, imponiendo con su poderío ofensivo, y con un Rashford que se
sale, pleno de potencia y categoría. Los ingleses salieron a por todas y el
peligro sobrevolaba el Estadi. No obstante, fue Lewandowsky el que
casi inaugura el marcador. De Gea, que está siendo determinante con los
suyos, le paró los pies al polaco. Acto seguido Weghorst y Sancho
probaron a Ter Stegen, que también respondió satisfactoriamente. Pedri
se lesionó y parece tema muscular. Mal asunto. Con el cerocerismo se llegó al
descanso.
Tras la reanudación llegó la salsa del
fútbol: los goles. ¡A pares! En el 50 Raphinha botó un córner y Marcos
Alonso anotó de cabeza, dedicándoselo a su padre, recientemente fallecido.
No hubo tiempo para asentar la ventaja, pues a los dos minutos Rashford soltó
un latigazo y empató el choque. El propio delantero exhibió velocidad “boltiana”,
con ella desbordó a la zaga culé y centró para que Koundé marcase en propia
meta. Todo se ponía cuesta arriba, triple cambio de Xavi y a por todas. Le
salió bien porque Raphinha puso un centro envenenado con rosca y la pelota se
coló sin que la tocase nadie. El Barça resurgió y a punto estuvo de ganar, un
desvió de Casemiro se topó con el poste de De Gea y el propio portero
salvó el empate con otra gran parada. Ya había anticipado Xavi en la previa que
no esperaba ninguna resolución inminente, y que pensaba que todo se decidiría
en la vuelta en Old Trafford. Así fue, y la eliminatoria se dirimirá en Manchester.
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