lunes, 23 de mayo de 2022

Triste despedida con otra derrota en el Camp Nou

 

No fueron capaces de dar una mínima alegría al aficionado culé en el último partido del curso 2021-22. Un FC Barcelona gris y tedioso no tuvo valor para animar al socio que acudió al Estadi en busca de algo de fútbol, de alegría, de entrega,… No encontraron nada de nada y se volvieron a casa de madrugada (ya lunes) anodinos y tristones, exactamente igual que el juego del Barça, anodino, triste y abúlico. No solo soportaron estoicamente el tedio que ofrecieron a raudales los jugadores de Xavi, si no que lo hicieron sin los abucheos, ni los pañuelos que se merecía este equipo por esta temporada tan paupérrima y por este final de campaña tan soporífero. Pero no lo hicieron, supieron estar a la altura de las circunstancias, cosa que no supo hacer el propio Barça.




El Villarreal, que se jugaba su participación en la insondable Conference League, hizo lo justo para llevarse la victoria de la Ciudad Condal (0-2). Y si hubiesen necesitado cuatro pues los hubiesen metido, porque este Barça estaba por estar. Pedía, a voz en grito, el final de esta temporada. Temporada en blanco, en la que no ha hecho prácticamente nada, no hay título alguno que llevarse a la boca, y la buena imagen que había conseguido granjearse Xavi, empezó a decaer paulatinamente a partir del 0-4 endosado al Madrid en el Bernabéu. Ahora no queda nada de esas provechosas expectativas. Solo un mar de dudas y un montón de bajas y de altas para relanzar un proyecto descuajaringado y sin perspectivas halagüeñas.

En lo concerniente al partido contra “el submarino amarillo”, el conjunto azulgrana comenzó bien, pero enseguida se vino abajo. Con juego limpiaparabrisas, moviendo a ambos lados pero sin profundidad y sin desmarques. Eso devengaba escasas aproximaciones a la meta de Rulli, al que no se dio ni la oportunidad de “cantar” como en el día del Liverpool. El equipo de Emery metió lo poco que tuvo, Pedraza y Moi Gómez aprovecharon dos fallos garrafales de Adama Traoré para finiquitar el duelo con sendos goles. El Barça tuvo cero capacidad de reacción. Entró Dembélé, pero el francés estuvo desconectado, hizo controles pésimos y no se fue de nadie, pensando, quizás, más en su próximo equipo que en el que le ha pagado a precio de oro. Y el partido languideció con más pena que gloria, entre la impotencia y la displicencia, y a la espera de tiempos mejores.

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