domingo, 21 de noviembre de 2021

El Espanyol asiste al debut triunfal de Xavi

 

El nuevo FC Barcelona de Xavi se puso en marcha con un triunfo por la mínima (1-0) y gracias. Decimos gracias porque la victoria fue merced a un penalti por contacto, posiblemente insuficiente, de Cabrera a Depay, sancionado por Del Cerro Grande. El colegiado madrileño lo tuvo que ver claro, pues es un árbitro antibarcelonista donde los haya. Lo cierto es que el Barça estuvo voluntarioso, tratando de agradar al nuevo entrenador y a los culés que ansiaban una victoria ante el eterno rival metropolitano. El Espanyol estuvo agazapado y conservador, hasta que encajó el gol y dio un paso adelante, amedrentando a los azulgranas hasta el pitido final.




Ocho canteranos sobre el césped del Camp Nou fue la carta de presentación de Xavi, el otrora gran centrocampista catalán reconvertido a entrenador en Doha. La pizarra del egarense atrae con extremos abriendo el campo y con De Jong y Nico buscando espacios desde los interiores. Si a esto añades un poco de presión arriba y un mucho de posesión de la pelota entonces el planteamiento entra fácilmente por los ojos. La dificultad radica en tener los jugadores apropiados para desarrollar esta teoría. De hecho si pones a Gavi y a Ilias en los extremos la melodía ya empieza a desentonar. Y si los delanteros no son excepcionales cuesta mucho generar ocasiones y goles. Así puede estar Jordi Alba centrado cien veces que si no hay un killer en la posición del “9”… pues apaga y vámonos.

Tras la reanudación entró Abde por el inédito Ilias y ahora sí funcionó el extremo con el marroquí. El penaltito lo transformó el propio Memphis. Y a partir de ese tanto llegó el resurgir de los periquitos. Vicente Moreno movió el banquillo y ello dio sus frutos. Todo el Estadi sufrió lo indecible las acometidas blanquiazules, en especial las de Raúl de Tomás, un pedazo de delantero que se topó dos veces con los palos. También la tuvo Dimata, que solo ante Ter Stegen la cruzó en exceso. Y así entre fallos del Espanyol y angustia del barcelonismo se llegó al final, con los culés celebrando los tres puntos, que seguramente debieron ser menos.

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