EL LEO EN INVIERNO

Duro y crudo invierno el que le está tocando vivir a Leo Messi en Argentina, alejado del sol estival de Barcelona, distante del cálido remanso que provoca el tiqui-taca. El rosarino disputa la Copa América con la albiceleste, pero lo hace sin chispa y sin la alegría intrínseca del jugador del Barça.

Su selección acumula dos empates sin brillo en otros tantos partidos. A Leo se le ve cabizbajo, agobiado por la falta de oxígeno que no insuflan sus compañeros, ni sus compatriotas desde la grada, con un juego gris, no exento de ciertas dosis de displicencia. Contra Colombia hacía falta ganar o ganar, pero no se jugó a nada, un “cerocerismo” absoluto. Languideció el partido, como contra Bolivia, entre la zozobra unánime de jugadores y aficionados.

La dicha con la que llegó a su tierra, procedente de Barcelona tras ganar Liga y Champions, se ha ido diluyendo paulatinamente. Triste y dubitativo, el crack mundial trata de sobrellevarlo con dignidad, pero los abucheos de los seguidores hacen más pesada la losa de la zamarra argentina. “La pulga” está en el punto de mira, pero mucho menos que su entrenador, Batista, al que la hinchada vitupera una vez tras otra, recordándole a Maradona, su predecesor en el cargo.

El astro azulgrana no tiene a su lado a Xavi y a Iniesta, no es lo mismo estar acompañado por los finalistas del Balón de Oro, futbolistas únicos en su especie, que por Cambiasso y Banega, que no se asocian con él ni por asomo. Contra Costa Rica, se verá un ser o no ser, puede entrar Pastore de inicio, en busca de alguien que se entienda con el genio, que trate de abstraerle de su letargo invernal.