domingo, 22 de agosto de 2021

El Athletic Club pone contra las cuerdas al Barça

 

El clásico duelo entre Athletic Club y FC Barcelona se saldó con tablas (1-1) en un San Mamés al que retornaba el público tras la pandemia. Un empate que quizás sepa mejor a los azulgranas, dado el devenir del choque. Los leones acogotaron a los visitantes con empuje, garra y una presión altísima. Los de Koeman jugaron como juveniles, temblorosos en la salida de balón, imprecisos y desquiciados. Durante la primera hora de juego los bilbaínos fueron superiores a unos culés que navegaban a la deriva en un mar de dudas. Las pésimas sensaciones se transmitían en cadena desde la portería, donde Neto se comportaba de forma errática e inquietaba a todos sus compañeros.




Se pudo haber sacudido ese dominio el conjunto catalán en los primeros compases si una brillante jugada individual de Depay la hubiese aprovechado Braithwaite a puerta vacía, pero la envió a la tercera gradería cuando tenía todo a favor, lo cual encaja más con el delantero danés que el doblete que anotó en la primera jornada. Los rojiblancos se vinieron más arriba con este fallo monumental y acosaron a su rival con disparos al larguero, centros al área y multitud de saques de esquina. El Barça post Messi parecía absolutamente descompuesto y putrefacto. El 0-0 al descanso daba vida a los barcelonistas, que ya habían perdido a Piqué por lesión. Antes hubo tiempo para el polémico Munuera, que anuló un gol válido, anotado de chilena de Araujo, por una falta inexistente de Braithwaite.


Tras la reanudación el Barça seguía sin espabilar, al minuto de juego Araujo sacó bajó la línea de meta un gol que ya se cantaba en La Catedral. El que sí lo materializó fue Íñigo Martínez, con un testarazo cruzado a la salida del enésimo córner. Los vascos tuvieron la sentencia, pero no la culminaron y ya se sabe: el que perdona… De Jong asumió galones en el segundo acto, jugando y haciendo jugar. Casi marcó de preciosista vaselina al travesaño y un robo suyo propició un desmarque de Memphis Depay, que soltó un zapatazo con la zurda que dobló las manos a Aguirrezabala para equilibrar el electrónico. El propio delantero holandés tuvo el tanto de la victoria, pero la cruzó demasiado. Habría sido excesivo el premio para un Barça timorato que en nada se asemejó al del inicio liguero ante la Real, y en el cual Griezmann sigue sin aparecer, con dos actuaciones muy deficientes y sin dar señales de vida, esto es que ni está ni se le espera.

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