domingo, 15 de octubre de 2017

Luis Suárez silencia el Metropolitano

Corría el minuto 81 de partido cuando Luis Suárez establecía algo de justicia en el electrónico propiedad del Atlético de Madrid. El delantero del FC Barcelona, tras haber escuchado improperios e insultos durante varias fases del duelo, mandaba callar al Wanda Metropolitano. Este gesto fue vituperado por todos los barriobajeros e impresentables madridistas que seguían el encuentro con la esperanza de ver la primera derrota del Barça en esta Liga.  A todos esos barriobajeros e impresentables merengues les pareció maravilloso y susceptible de elogio el mismo gesto cuando lo hizo Raúl González en el Camp Nou. Pero a esos mismos barriobajeros e impresentables, aborregados por la caverna mediática, ahora les parece un gesto indigno y reprochable. Sí, señores, hablamos de la doble vara de medir de la caterva cibelesca, del florentinato y todos sus secuaces. En definitiva, de los tan cacareados "valores del madridismo".


Haciendo abstracción de este gesto, difícil porque los medios subvencionados por el ínclito Señor Pérez nos lo han restregado todo el fin de semana, el equipo de Valverde dio una lección de poderío y autoridad en el feudo colchonero. No es menos cierto que los locales salieron enchufados, con la pertinente "cholina", obligando a Ter Stegen a realizar dos intervenciones prodigiosas a sendos disparos de Griezmann, logrando adelantarse en el marcador con golazo de Saúl desde la frontal. Pero a partir de ese minuto 21 los catalanes fueron amos y señores del choque. De manera especial tras la reanudación.

Fue en el segundo acto cuando los azulgranas ahogaron a los de Simeone. Con un Messi erigiéndose en dueño de la cancha. Jugando y haciendo jugar a los suyos. Tirando al poste y lamiéndolo con otro zurdazo ajustado. El argentino hipnotizaba a los rivales y los espectadores con su fútbol. Todo el Barça estuvo a gran altura, inclusive Sergi Roberto que salió por Semedo y tuvo tiempo de hacer incursiones vertiginosas por la banda derecha y de poner un centro medido a la cabeza de Suárez, para que este pusiera el 1-1 y mandara callar a los que le ofendían y por ende a todos los barriobajeros e impresentables del Irreal Cajamadrid.

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