El FC Barcelona volvió a repetir la enésima humillación al Madrid en su propia casa. Ni los más viejos chulapos del lugar recuerdan semejantes torturas en el Bernabéu. Ayer el maestro Guardiola le pegó un soberano repaso al rácano Mourinho. En esta ocasión fue un 1-2 en la ida de cuartos de la Copa del Rey.
Asistimos atónitos a una muestra más de cobardía y de suciedad, a las que ya nos tienen acostumbrados el técnico portugués y sus jugadores. Anoche no se quedaron con diez, como se vienen quejando en los clásicos anteriores. Y eso es lo extraño, teniendo en cuenta las innumerables patadas que dio el desquiciado Xabi Alonso, así como la agresión de Carvalho, que pateó flagrantemente a Messi por detrás y sólo vio amarilla, y como no, ese sujeto que deambula por los estadios, el barriobajero Pepe, que no sólo no debería de jugar en el Madrid, no debería jugar al fútbol. Su pisotones malintencionados y de persona demente, deberían apartarlo de este bello deporte, por el bien del mismo.
Con el planteamiento más pusilánime de toda la era Mourinho, y mira que los ha habido cobardes, el Madrid saltó al campo con siete defensores, Alonso y tres delanteros. La estrategia era clara, trivote para parar a Messi y patadón arriba a ver si sonaba la flauta. Y sonó. Se adelantó el equipo merengue con gol de Cristiano a la contra, que sorprendió a la defensa azulgrana por el flanco derecho.
Ahí se acabó el conjunto blanco, se echaron atrás, encerrados en su parcela, como si de un equipo pequeño se tratase, los espectadores del estadio no daban crédito a la mezcla de impotencia y cobardía de la que hacía gala su equipo. El repliegue y la violencia fueron sus señas de identidad. El resto fue un monólogo barcelonista, con rondos interminables y mareos constantes a un rival ultradefensivo. Casillas tuvo que emplearse a fondo en varias ocasiones para llegar al descanso con esa mínima ventaja. También la suerte estuvo con él, cuando un balón que peinó Alexis se estrelló en el poste.
A los cuatro minutos de la reanudación llegó el empate. Xavi votó un córner y Puyol anticipándose a los zagueros, marcó en plancha de perfecto testarazo. El Madrid se hizo aún más pequeño, más ridículo y más pelele. El Barça lo controlaba todo, tocaba, robaba, distribuía y se fabricaba oportunidades de gol. Y por fin apareció Messi, el argentino fue cosido a patadas durante todo el duelo, Lass, Xabi, Pepe y Carvalho se turnaron para agredirle alternativamente durante los noventa minutos. El rosarino dio una asistencia magistral, que sobrepasó a toda la zaga local, para habilitar a Abidal, que sólo ante el portero cruzó el esférico como si fuese Van Persie.
La eliminatoria sigue abierta, queda la vuelta en el Camp Nou, pero el premio fue para el que lo buscó. Dicen que de los cobardes nunca se ha escrito nada, no es cierto, ahí está Jose Mourinho para rebatirlo, con ríos de tinta escritos sobre sus miserias. Los mismos ríos que se emplean para seguir plasmando la leyenda del mejor equipo de la historia, el FC Barcelona.